El boxeo argentino está de luto. Alan “Pili” Velázquez, un púgil de 29 años, murió este viernes en un trágico accidente en la Ruta Nacional 3, a pocos kilómetros de Puerto San Julián, la ciudad santacruceña donde vivía desde chico y donde era muy querido.
El incidente vial ocurrió pasadas las 17:30, cuando Velázquez manejaba solo un Volkswagen Gol Trend rumbo a Buenos Aires. Según las primeras hipótesis, el auto habría sufrido una falla mecánica que provocó el vuelco. Pese a la rápida llegada de la Policía, bomberos y personal médico, nada pudieron hacer: el boxeador ya había muerto en el lugar.
El cuerpo fue trasladado a la morgue de Río Gallegos, donde este sábado se realizaba la autopsia. Luego será llevado a Puerto San Julián, donde su familia y sus amigos lo esperan para despedirlo. Alan tenía un hijo de apenas dos meses, Ander, fruto de su relación con Florencia.
Alan Velázquez nació el 8 de agosto de 1995 en Coronel Pringles, pero creció en San Julián, donde muchos lo conocían no solo por su carrera en el ring, sino también por su calidez y su empuje. Su madre, Sandra, es una vecina muy querida en la ciudad. Su padre adoptivo, Oscar “Popeye” Gómez, fue campeón sudamericano de boxeo y uno de sus grandes referentes.
Desde chico se perfiló como un peleador con talento. A los 17 años, su padrino Candy Uribe lo llevó a Junín, donde empezó a entrenarse con el promotor Mario Arano. Debutó como profesional en Santa Rosa, La Pampa, con el entrenador Wilfredo Vílchez.
Velázquez, también conocido como El Feroz, peleó en Europa —en Suiza, Francia, Ucrania, España y hasta Reino Unido—, siempre como visitante y sin condiciones favorables. También formó parte del equipo de boxeadores promovidos por Marcos “Chino” Maidana. Combatía en los últimos tiempos entre los superwelters y tenía un récord de 4 victorias, 21 derrotas y un empate.
La noticia de su muerte generó conmoción en el ambiente del boxeo santacruceño y nacional. En las redes sociales, se multiplicaron los mensajes de tristeza y las palabras de admiración hacia quien fue un luchador dentro y fuera del ring.
“Pili” Velázquez será recordado no solo por sus combates, sino por su humildad, su perseverancia y sus ganas de salir adelante. En su ciudad, donde lo conocían todos, la despedida promete ser conmovedora.
“Era un pibe de bien, de barrio, con sueños como cualquier chico del sur, con un físico privilegiado que lo llevó a pelear en Europa”, lo describió su padrino Candy Uribe en diálogo con La Opinión Austral.
“Los guerreros nunca mueren. Nacen para ser admirados en cualquier plano”, escribió un amigo para despedirlo en sus redes sociales.