A lo Trump: el Gobierno deportó forzosamente a una familia palestina, que denunció maltratos y abusos en Ezeiza | Revelación exclusiva de Página/12

A lo Trump: el Gobierno deportó forzosamente a una familia palestina, que denunció maltratos y abusos en Ezeiza | Revelación exclusiva de Página/12

Una familia de cinco palestinos vivió en carne propia las consecuencias de la decisión de copiar el modelo migratorio de Trump y del alineamiento de Milei con Estados Unidos e Israel en el conflicto en Medio Oriente. Llegaron a Ezeiza para pasar unos días de vacaciones con toda su documentación en orden, con visas emitidas por la propia embajada argentina en Tel Aviv, carta de invitación, certificados de buena conducta, seguro médico, reserva de hoteles y pasajes de regreso… pero terminaron viviendo un calvario: estuvieron retenidos 16 horas y fueron sometidos a todo tipo de vejaciones por los funcionarios de migraciones. Luego los hicieron firmar un papel engañados y los deportaron como si fuesen terroristas. En diálogo con Página/12, denunciaron que se violaron sus derechos humanos y hablaron de “detención ilegal, trato degradante y deportación forzada por parte de las autoridades migratorias argentinas”.

Se trata de una familia de empresarios palestinos cristianos residentes en Belén, de apellido Abu Farha, dedicados al turismo en Tierra Santa. Su deseo fue pasar unos días en Argentina entre el 16 y el 25 de junio, tal como indicaba su itinerario. El día de su llegada, sus socios del rubro en el país, otros operadores turísticos con los que tienen vínculos de amistad, los estaban esperando para recibirlos y, alarmados por el paso de las horas sin novedades, contactaron una abogada que fue a Ezeiza. Esa abogada intentó tomar contacto con los cinco palestinos para constituirse en su asesora legal, pero se lo negaron. Ante esto, otro letrado, el Dr. Uriel Biondi, presentó un hábeas corpus cuando ya llevaban 16 horas retenidos en Ezeiza sin ningún tipo de explicación. El personal de Migraciones sólo les permitió hablar con diplomáticos palestinos.

“Lo que pasó fue increíble. Vivimos un infierno y no sé por qué pasó todo esto. Todo fue ilegal”, se lamentó Sandy Bassam Hanna Abu Farha, una de las hijas de la familia, a Página/12.

Ante la consulta de este medio, el Gobierno confirmó el rechazo del ingreso. La explicación oficial fue que apareció una alerta internacional para uno de los miembros de la familia al momento de ingresar. Sin embargo, no hubo precisiones respecto al motivo de la alerta ni la fuente que la emitió, a pesar de la consulta de este diario. “Se confunde al ciudadano Bassam Hanna Issa Abouferha con otra persona, situación que fue aclarada”, indica el hábeas corpus presentado ante el Juzgado Federal N° 1 de Lomas de Zamora.

Pero lo cierto es que el episodio se dio en un momento de alta tensión por el conflicto en Medio Oriente y bajo el modelo de alineamiento internacional propuesto por Milei: sumisión a los designios de Estados Unidos e Israel. Y fue ejecutado con la política migratoria de Trump como modelo y con el DNU 366 -que endureció la normativa migratoria- bajo el brazo.

Cronología del sinsentido

Los cinco ciudadanos palestinos tramitaron su visa en la embajada argentina en Tel Aviv, Israel. Como es de imaginar, y más en un momento álgido del conflicto en Medio Oriente, el proceso fue exhaustivo. “Tuvimos una entrevista y nos pidieron todos los documentos legales: extractos bancarios, certificados de trabajo, documentos comerciales, un comprobante de antecedentes penales de Palestina, seguro, pasajes, hoteles e invitaciones. ¡Absolutamente todo!”, explicó Sandy.

Luego, siguieron los pasos indicados por la embajada vía mail y compraron los boletos de avión de ida y vuelta.

Aterrizaron el 16 de junio alrededor de las 22.30 y fueron detenidos en el aeropuerto durante 24 horas con sus pasaportes retenidos y sin que se les permitiera comer, abrigarse -estaban con ropa de verano y sus abrigos estaban en las valijas- ni buscar medicamentos de enfermedades crónicas que también habían despachado.

Según su relato, después de varias horas sin que nadie les explique el motivo de la retención, un agente migratorio les dijo que tenían que firmar un documento que los autorizaba para acceder a la zona de embarque, donde están los restaurantes, para poder comer. Lo que firmaron fue el papel de su deportación por “falsos turistas”. Pero claro, no podían saberlo: el documento estaba en español y no les ofrecieron un traductor, a pesar de que lo pidieron. Sandy se dio cuenta tarde: “El agente de Migraciones nos dijo que este papel era para que fuéramos a un lugar más cómodo a comer y beber hasta que revisaran nuestra visa. Mintió, nos engañó y nos hizo firmar sin que nadie nos tradujera nada”.

El rechazo de ingreso y la marca en falso turista

Sobre la supuesta alerta que apareció al hacer el trámite migratorio de su padre, Sandy detalló: “Hace siete años, mi padre envió dinero a China y se negaron a ingresarlo. Nos informaron sobre una alerta por una persona del mismo nombre. Enviamos al banco su pasaporte, que muestra el nombre de su madre. Con eso nos dijeron que estaba resuelto, que solo tenían nombres similares con otra persona. Desde entonces, cuando viajamos, llevamos un documento de aclaración sobre esto, pero nunca nos lo pidieron en ningún lado”.

El pasaporte de su padre, Bassam Hanna Issa Abu Farha, tiene sellos de 2024 y 2025 de países de todo el mundo, incluyendo naciones de Oriente y Occidente a las que viaja como empresario de turismo y en las que nunca tuvo problemas para ingresar. Además, llevaba consigo un certificado de buena conducta emitido por la autoridad palestina y un documento oficial que aclara que no es aquel con quien lo confundió el banco chino años atrás.

Su hija subraya lo obvio: “Deberían haber venido a decirnos cuál era la situación. Se los hubiera aclarado de inmediato. Si mi padre tuviera algún problema, no podría viajar a China dos veces al año y a Europa al menos diez veces al año. Vieron nuestros pasaportes llenos de sellos y visas”.

Tras 25 horas retenidos en Ezeiza, finalmente los cinco palestinos fueron deportados en un avión directo a Estambul. Recién en territorio turco pudieron recuperar sus pasaportes y trazar un complicado esquema para regresar a su ciudad, ya que tres de ellos no tenían visa para permanecer en Turquía (donde, lógicamente, no planeaban ir).

Los allegados argentinos de la familia Bassam Hanna Abu Fhara no salen de su asombro. Vinculan directamente lo sucedido a una discriminación por nacionalidad: “Esto fue un caso de xenofobia de acá a la China. Y fue porque eran palestinos. Tenían tickets de ida y vuelta, estadía, todo comprobado. Ahora ellos van a avanzar hasta la última instancia porque el trato que recibieron acá no lo recibieron nunca en su vida”.

Super Trumps: la nueva política migratoria de Milei

El 14 de mayo, el gobierno presentó con toda pompa el endurecimiento del régimen migratorio que oficializó dos semanas después con un DNU (366/2025). “Hoy entra casi cualquiera, sin mediar muchas preguntas y las condiciones de deportación son demasiado flexibles”, dijo en aquel momento el vocero presidencial Manuel Adorni. ¿Tan ineficiente es el proceso de visado en la embajada argentina en Tel Aviv, ubicada en un país que está en medio de un conflicto bélico, que no detectaron la supuesta alerta internacional? ¿La embajada argentina en un país con tanta tensión diplomática le da una visa a cualquiera y pone condiciones “demasiado flexibles”?

Nuestro país, por si hace falta aclararlo, se caracterizó históricamente por ser de puertas abiertas y receptivo con los extranjeros, algo que le dio a esta nación muchas de sus mejores cualidades. Pero esto se modificó en pos de un esquema que parece una imitación del modelo migratorio de Donald Trump. Especialistas en materia migratoria señalan que casos así son cotidianos en Estados Unidos.

En el artículo 35 de la remozada Ley Nacional de Migraciones se establece que la Dirección Nacional de Migraciones puede rechazar el ingreso al país a quien manifieste ingresar como turista pero que según la autoridad migratoria no encuadre en las características que señala el artículo 24 (que paradójicamente no detalla qué hace a alguien un turista en la Argentina). Por su parte, indica que se puede rechazar el ingreso de una persona “sobre el cual pese una sospecha fundada de que la real intención que motiva el ingreso difiere de la manifestada al momento de obtener la visa o presentarse ante el control migratorio”.

¿Algo de esto cuadra con la situación de Bassam Hanna Issa Abu Farha? A priori, con toda la documentación presentada, no. ¿Pretendía esta familia radicarse en la Argentina? Es el único momento donde Sandy se permite risas irónicas: “Mi padre es dueño de una de las tiendas de souvenirs más grandes de Belén, estamos hablando de una gran industria de tiendas; y ​​yo soy propietaria de una empresa importante de tours, organizamos grupos religiosos que van a Tierra Santa. Nunca pensaríamos en dejar nuestro país en absoluto (risas)”.

Organizaciones de derechos humanos con especialistas en derecho migratorio señalaron a Página12 que con este escenario “hay un supuesto de discriminación por nacionalidad o sospecha de participación en alguna actividad delictiva sin fundamento”. Lombrosianismo de pasaportes, digamos.

De haber existido una alerta migratoria como indicó el gobierno, su objetivo como medida extrema está relacionado con informar a otros países sobre la presencia de una persona en el puesto fronterizo, pero ello no se vincula con prohibir el ingreso al país. Eso debía ser resuelto con el visado otorgado, no en un trámite de rechazo en frontera con las consecuencias que eso les trajo a estos cinco ciudadanos palestinos.

Para una fuente que conoce en detalle la Dirección Nacional de Migraciones, lo que sucedió fue “una mezcla de miedo y querer quedar bien con Israel”. La misma persona señala como casi imposible que esto haya sucedido sin la decisión de un funcionario político. Mucho más viniendo de un país que está en conflicto bélico. Sebastián Seoane, el actual director nacional de Migraciones, es un funcionario técnico de mucha experiencia. Un hombre de carrera. Si este caso hubiera llegado más arriba para hacer una consulta, ¿en qué ministerio habría sonado el teléfono? En seguridad, la cartera de Patricia Bullrich.