Azmi Bishara, exdiputado palestino del Parlamento de Israel: “Iniciar un genocidio en Gaza fue una decisión política” | Internacional

Azmi Bishara, exdiputado palestino del Parlamento de Israel: “Iniciar un genocidio en Gaza fue una decisión política” | Internacional

Azmi Bishara no nació en el exilio, ese destino que ha marcado a millones de palestinos desde la Nakba, la expulsión de gran parte de la población autóctona indisociable de la creación de Israel, en 1948. Este intelectual vio la luz hace 68 años en una familia cristiana de Nazaret. Tiene ciudadanía israelí y fue diputado en el Parlamento de ese país, pero, en 2007, se sumó a la diáspora palestina después de años de procesos judiciales, en los que llegó a ser acusado de apoyar el terrorismo por sus declaraciones políticas. Desde entonces vive en Qatar, donde dirige el Centro Árabe de Investigación y Estudios Políticos (ACRPS, en sus siglas en inglés). Bishara es el autor de obras de referencia sobre pensamiento político. La última, Palestina, una cuestión de Justicia y Verdad (Catarata, 2025), acaba de ser traducida al español. En ese libro, explica por videoconferencia desde Doha (Qatar), se aborda el conflicto palestino-israelí desde su origen: una “injusticia” fruto de un “proyecto colonial” que aún persiste.

Pregunta. En su libro usted desmonta lo que define como “mitos” de Israel. ¿Es uno de ellos el derecho a defenderse de los ataques de Hamás?

Respuesta. Remitir la actual situación al 7 de octubre de 2023 [el día de esos ataques] equivale a decir que la víctima es el agresor y el agresor es la víctima. No estoy de acuerdo con lo que hizo Hamás, pero las víctimas siguen siendo las víctimas: quienes están ocupados son los palestinos. [Tras esos ataques], por supuesto que otros Estados comprendieron que los israelíes tomaran represalias contra Hamás, pero lo que decidió Israel fue lanzar una guerra total contra Gaza. Iniciar un genocidio contra los palestinos fue una decisión política. La alusión al 7 de octubre es propaganda, un mecanismo eficaz que obtiene eco en Europa, no por la historia de Palestina, sino porque los judíos fueron víctimas del antisemitismo en ese continente y así países como Alemania se purifican de alguna manera de su culpa.

P. Esa estrategia parece estar funcionando.

R. Israel cree que ha demostrado que la fuerza se puede usar y que por eso los países árabes deben normalizar sus relaciones con él, no por construir una paz justa, sino porque la fuerza y la política del poder funcionan. Es un país que está sumido en una embriaguez de poder y militarismo. Así que mientras habla de establecer relaciones con los países árabes o de acuerdos de seguridad en Gaza, no dice una palabra de solucionar el problema palestino, que es el trasfondo de todo esto. Si se hubiera resuelto, Hamás no habría hecho lo que hizo. Ese trasfondo es el de una injusticia y un colonialismo que se remite a principios del siglo XX y que continúa desde 1948.

P. El Gobierno israelí no parece interesado en esa solución.

R. Uno puede imaginarse que los israelíes demócratas piensen en vivir en una paz justa con los palestinos y con la región, lo que redundaría en beneficio de Israel. Pero el Gobierno israelí no ve los intereses de su país desde esta perspectiva.

P. Más del 80% de los israelíes judíos apoya la limpieza étnica de Gaza.

R. [Las autoridades israelíes] han revivido la mentalidad del gueto, la sensación de un grupo de personas que se sienten amenazadas porque saben lo que han hecho a los palestinos y no pueden creer que estos puedan perdonarlos. No pueden decirse ‘las personas a las que les quitamos sus tierras nos perdonarán’ y siguen sintiéndose amenazados, aunque les demos todas las garantías.

P. ¿Los palestinos podrán perdonar lo que sucede en Gaza?

R. Después de ese genocidio, la situación ha cambiado, pero, al final, la gente estaría dispuesta a perdonar siempre que haya una paz justa. Los palestinos se han vuelto realistas. Hay muchos israelíes judíos y la mayoría han nacido allí y no tienen otro país. Ese es también su país. Vivirán con nosotros y nosotros con ellos, y la única manera es hacerlo en paz, ya sea en un Estado con dos nacionalidades, en un solo Estado con igualdad de derechos o en dos Estados diferentes.

P. Usted ha dicho que los países árabes podrían haber parado a Israel.

R. Sí, Egipto, un país con el que Israel no quiere ir a la guerra, podría haber amenazado con ello sin tener que llegar a ese punto y también romper el bloqueo y llevar alimentos y medicamentos a Gaza. Podría arriesgarse a que Israel bombardeara sus camiones, algo que el ejército israelí difícilmente haría. El problema es que Egipto quería que los israelíes se deshicieran de Hamás, pero no pensaba que tardarían tanto en hacerlo ni que el precio fuera un genocidio.

P. Usted ha dicho que los Estados árabes deben volver Gaza habitable sin permiso de Israel. ¿Lo harán?

R. No con estos regímenes, que no están preparados para desafiar la hegemonía estadounidense en la era de [Donald] Trump.

P. ¿Los países árabes colaborarían con una limpieza étnica total en Gaza?

R. No. Desde 2011, el mundo árabe vive en un delicado equilibrio ante su opinión pública, que es propalestina, y esos regímenes temen su reacción. Pasaron por eso en 2011 [con las primaveras árabes] y tienen miedo. No colaborarán con esa supuesta inmigración voluntaria, que en realidad es un traslado forzoso de los gazatíes. Harán que los estadounidenses entiendan que es un peligro para la estabilidad de sus regímenes. Si tuviéramos países árabes democráticos, habría una alternativa, porque un Estado árabe democrático podría plantear un verdadero problema. La supervivencia de los regímenes árabes depende de la protección de EE UU, no de las elecciones ni de la democracia.

P. ¿Trump habla en serio de expulsar a los gazatíes?

R. Creo que ha entendido que estaba equivocado, que sin los palestinos no pueden convertir Gaza en una Riviera de Oriente Próximo, pero aunque Israel no logre expulsarlos, está convirtiendo la Franja en un infierno para que la población tenga que marcharse. Los gazatíes no se irán por ellos, sino por el futuro de sus hijos.

P. España es crítica con Israel, pero no ha roto sus relaciones con el país. ¿Cree que un país europeo podría arriesgarse a sufrir la ira de Trump por ello?

R. No, pero España sí está desempeñando un papel moral. Hay un discurso alternativo, pero su impacto es limitado. Alemania, Francia y el Reino Unido nunca han condenado realmente a Israel, ni llaman por su nombre a lo que es un genocidio. Al revés, condenan a los movimientos de solidaridad utilizando de forma falaz el término antisemitismo. Aun así, el problema principal está en [el apoyo a Israel de] Washington.

P. En su libro, usted describe cómo Trump asumió el discurso del sionismo religioso de derechas.

R. EE UU siempre ha estado aliado con Israel, pero Trump adoptó completamente el discurso religioso sionista de extrema derecha para complacer a las iglesias evangélicas, al sionismo cristiano. Si se lee el “acuerdo del siglo” [por el que varios países árabes establecieron relaciones con Israel en 2020], es un texto bíblico, como si Dios fuera un agente inmobiliario del movimiento sionista: ‘Dios prometió esto, Dios prometió aquello’. Trump no es un sionista; carece de ideología, pero ese discurso cínico va dirigido a su electorado. Ese alineamiento provocó una reacción entre los jóvenes del Partido Demócrata, que ahora es más crítico con Israel. Existe la esperanza de un cambio en el futuro, pero el momento crítico es el actual.

P. ¿Cuánto margen de resistencia tienen los palestinos?

R. En los últimos dos años, la resistencia ha sido una cuestión de defensa propia, pero, con los países árabes disponiéndose a hacer las paces con Israel, no es realista pensar en la resistencia armada como una forma de liberar a Palestina. No es una estrategia política real. La estrategia de negociación que elaboraron los líderes de la OLP [Organización para la Liberación de Palestina] en Oslo también fracasó y empeoró la situación, con más asentamientos y un apartheid en Cisjordania. Quizás se podrían adoptar estrategias similares a la resistencia contra el apartheid en Sudáfrica pero para ello habrá que comprender qué tipo de organización política [palestina] emergerá después de este genocidio.