El Real Madrid deshizo el apretado nudo de la Juventus con un gol antiguo. Antiguo de hace nada, en realidad, aunque ha parecido mucho. Vinicius se inventó un espacio en el área a base de regates, rodeado, solo, independiente, y tiró al palo, adonde acudió a la cita como antiguamente Jude Bellingham, con un tanto como los del principio, cuando solucionaba todos los agobios por pocos segundos que le quedaran al cronómetro. Entre la magia de Vinicius, el pequeño regreso del inglés y las paradas de Courtois, el Madrid sumó su tercera victoria seguida en la Champions, esta ante una Juventus muy solidaria y que terminó acosando la portería del belga. Al Real, espeso y sin muchas ideas, le costó superar el trago, pero enfila el Clásico del domingo invicto en la Copa de Europa y aún líder de la Liga.
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Thibaut Courtois, Álvaro Carreras, Éder Militão, Raúl Asencio (Gonzalo García, min. 87), Federico Valverde, Jude Bellingham, Arda Güler (Eduardo Camavinga, min. 73), Aurélien Tchouaméni, Vinícius Júnior (Fran García, min. 83), Brahim Díaz (Franco Mastantuono, min. 83) y Kylian Mbappé
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Michele Di Gregorio, Daniele Rugani, Federico Gatti, Lloyd Kelly, Teun Koopmeiners (Manuel Locatelli, min. 73), Pierre Kalulu, Andrea Cambiaso (Filip Kostic, min. 87), Khéphren Thuram (Francisco Conceição, min. 61), Dusan Vlahovic (Jonathan David, min. 74), Kenan Yildiz (Loïs Openda, min. 73) y Weston McKennie
Goles
1-0 min. 56: Jude Bellingham
Arbitro Slavko Vincic
Tarjetas amarillas
Brahim Diaz (min. 60)
Fue otra noche de brega frente a una fortaleza. Otra faena de llevar y traer el balón de un lado al otro, esperando que asomaran las primeras grietas por el meneo y la fatiga. La Juventus mantiene su solidez legendaria pese a chapotear en una crisis notable. Llegaba al Bernabéu después de seis partidos seguidos sin ganar, cinco empates y una derrota el domingo contra el Como de Cesc. Pero conserva esa cualidad rocosa de la resistencia, animada en Chamartín desde la banda por el enérgico Tudor, casi siempre a dos dedos de entrar al campo mientras dirige las evoluciones de las piezas de su equipo como si fuera capaz de moverlas con hilos de marioneta.
La Juve aguantaba muy junta, apretada en apenas veinte metros, muchas veces en menos, mientras el Madrid bordeaba la muralla y se preguntaba ¿por dónde? Tocaba y tocaba Tchouameni, buscando por delante a Güler y Bellingham, y en las bandas a Vinicius y Brahim, que apareció en el lugar que solía ocupar Mastantuono. Se encontraban ante otro acertijo irresoluble apilado contra el área de Di Gregorio. El equipo de Tudor observaba las maniobras de reconocimiento, poco punzantes, sin apenas inquietud. También sin prisa, demorando los saques de puerta desde los primeros minutos. Se fingía dormido, con un ojo entreabierto por el que divisaba en la banda derecha al bólido Kalulu. Si robaba, era adonde apuntaba, a la carrera del francés. Así provocó los primeros sobresaltos, dos contras que desactivó Asencio en su área. Antes de que el Madrid se presentara siquiera a Di Gregorio en la otra. Las primeras paradas las registró Courtois, dos tiros de McKennie y Gatti.
El Madrid solo asomaba desde el córner, con tres remates de Tchouameni. En lo demás se conducía con cierta lentitud y muy poco filo. Bellingham sigue buscando su encaje, obstinado como siempre, esta vez mezclando en la mediapunta con Güler. Pero sin reencontrarse con la claridad deslumbrante de antaño. Brahim, el más inesperado del once, probaba incansable al rival, dejando siempre la impresión de que estaba a nada de escaparse. Pero el ataque del Madrid era bastante pastoso, con mucho jugador estacionado, a la espera de algo. Ese algo a veces parecía que iba a ser un pase de Güler, una agitación de Vinicius, una media vuelta de Mbappé.
Pero ese algo terminaba cerca de explotar al otro lado, contra a contra. Vlahovic se midió con Militão en carrera desde su campo. Por delante, solo Courtois, que reculaba hacia su portería mientras el serbio se escapaba y el brasileño aguantaba el pulso. Hasta que llegaron al área y el portero belga salvó el sobresalto con el pie.
Al otro lado, el Madrid seguía buscando luz. Hasta que Vinicius prendió el foco con una de esas maravillas suyas entre la desesperación y la genialidad. En el área, entre cuatro defensores, fue buscando un huequito regate a regate hasta que tiró al palo con la zurda. Y ahí reapareció el cazador Bellingham, llegando desde atrás para recoger el rebote y marcar su primer gol del curso.
Vinicius había abierto su ventana, por la que coló un centro que dejó solo a Mbappé al otro lado. Di Gregorio detuvo el tiro del francés y luego el de Brahim. Antes de que lo cambiara Xabi, el brasileño también dejó una carrera a campo abierto en la que cayó encimado por un defensa.
El partido se apagaba, pero lo hacía en el área del Madrid, donde Courtois evitó el empate que rondaron Openda y Kostic. Un plan antiguo para enfilar el clásico: el belga en modo imposible y Bellingham rebañando el área.