Birigitte Bardot, el mayor icono sexual de Francia acaba de morir. Tenía 91 años y aunque solía jactarse de su buena salud –su mayor excusa para su perfil de “antivacunas”-, la dama de negro que camina con guadaña tampoco la perdonó.
Brigitte Bardot no necesitaba disimular sus canas ni hacerse cirugías y cuando, en 2003, concedió su última entrevista al canal France 2, como parte de un documental que le rindió un merecido tributo, dijo lo último que tenía para decir sobre su vida personal delante de un micrófono: «No sé si soy feliz. No soy infeliz. Estoy serena y me gusta estar sola.»
Sin embargo, cada quien tiene sus penas y el último de sus varios intentos de suicidio que se hizo público había ocurrido dos décadas atrás, el 28 de septiembre de 1983. Ese día en que cumplía 49 años, había tomado somníferos con vino y una internación de urgencia para lavarle el estómago sumó a su leyenda dorada el destello ajado de la sobreviviente que seguía dando batallas.
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El resto lo reservó para su último libro autobiográfico, ¿Por qué? (2006).
Se había retirado de los escenarios en 1973, a los 38 años, cuando disfrutaba la vida loca desde la cima de su consagración internacional. Le ofrecían fortunas “por mostrar sus nalgas o la punta de su nariz”, pero de un día para el otro, quiso dejarlo todo.
Para algunos su “corta” carrera sabía a poco, pero 47 películas, 5 discos y 6 libros desmienten hoy día, a la distancia, que su decisión de tomar distancia haya sido desaparecer.
Ya jubilada, en vez de ponerse sus mejores galas para el adiós, se las quitó para soplar sus 40 velitas en la revista Playboy, con una infartante producción al desnudo, tal como Dios había creado a la mujer.
Brigitte Bardot, belleza en francés

Al repasar su historia sorprende el modo en que una niña rubia de la burguesía próspera de París llegara a convertirse en el símbolo erótico de una nación, la Marilyn Monroe de acento francés que eclipsó a sus pares europeas, Sofía Loren y Gina Lollobrigida, en el Festival de Cannes de 1956.
Brigitte Anne-Marie Bardot, también conocida como BB, nació en París el 28 de septiembre de 1934. Hija de una familia pudiente, su padre Louis Pilou Bardot fue un industrial exitoso –el dueño de Usines Bardot, y su madre, Anne-Marie Mucel que se había criado en Italia, la encargada de defenderla frente a la educación estricta que su padre les había reservado tanto a Brigitte como Marie-Jeanne, su hermana menor.
Su autopercepción distaba mucho de su imagen arrolladora. «De pequeña yo no era linda. Usaba anteojos y tenía estos dientes grandes», diría en una de sus sus últimas apariciones públicas en la cadena televisiva France 2, una de las más populares en su país.
Sin embargo, todas las inseguridades que demostraba frente al espejo, se disolvían sobre las tablas. Con el aval de su madre, a los siete años convenció a su padre de que quería ser bailarina y se inscribió en una escuela de ballet clásico, donde estudió con Leslie Caron (Un americano en París) y Jeanne Schwartz.

Ya adolescente fue admitida en el Conservatorio Nacional Superior de Música y Danza en París.
Sin embargo, su propia madre vio en ella lo que Brigitte misma no veía y la convenció de que tenía condiciones para el modelaje. Y como la mayoría de las madres, tuvo razón. En una carrera meteórica, a principios de 1950 llegó a la portada de la edición francesa de la revista Elle.
Brigitte Bardot indomable para 100 amantes
Era innegable que la mujer había dejado atrás a la niña naif y que la fuerza salvajemente rubia que transmitía Bardot no pasaba desapercibida. Así fue como Roger Vadim , una de las personalidades más prominentes de la nouvel vague la descubrió y sin experiencia actoral, le ofreció su cama y también cartel francés en Le Trou Normand (1952), el ingreso de Brigitte Bardot a la pantalla grande.
El resultado fue tan arrasador que al poco tiempo se casaron. Su unión con Roger Vadim (1952-1957) inauguró la lista de los cuatro matrimonios de Brigitte Bardot: Jacques Charrier (1959-1963), Gunther Sachs (1966-1969) y Bernard D’ Ormale, su actual marido desde 1992, un récord increíble.

A sus cuatro libretas matrimoniales, varias revistas del corazón sumaron un centenar de amantes, entre quienes figuran el actor Jean-Louis Trintignant, con quien coprotagonizó Y Dios creó a la mujer (1956) y también un sonado lío de sábanas (mientras ella era la esposa de Vadim, él era el marido de la actriz Stéphane Audran). Todo se complicó más aún cuando Brigitte sumó a su corazón errante el fervor del músico Gilbert Bécaud.
Detallar su lista de amoríos sería agotador, pero sí, era una depredadora sexual: el esquiador Christian Kalt, el empresario de la noche Luigi Rizzi, el músico Bob Zagury, el cantante Serge Gainsbourg, el escritor John Gilmore, el actor Warren Beatty, el actor Laurent Vergez, el escultor Miroslav Brozek el productor de televisión Allain Bougrain-du-Bourg, etc, etc.
Por no mencionar al argentino a quien hizo literalmente perder la cabeza en Buzios, cuando la sirenita francesa “selló” su fugaz pacto de “amor eterno” entre ambos con una cadena soldada en su cintura.
Brigitte Bardot, icono sexual de Francia

El primer trabajo de Roger Vadim como director, Y dios creó a la mujer (1956), instaló inmediatamente a su joven estrella como el icono sexual francés de los ’50.
Su personalidad de bailarina rubia desbordante de sexualidad, desprejuiciada al punto de poder vivir el sexo sin culpas significó una explosión sísmica en el panorama cinematográfico que hasta entonces había dominado Estados Unidos, con el modelo Doris Day del ama de casa irreprochable.
Brigitte Bardot se transformó en un artículo francés de exportación. Europa era un mercado fácil, pero América no.
Un coprotagónico anterior con Kirk Douglas (Acto de amor, de 1953), le había abierto las puertas al mundo del espectáculo estadounidense, receloso de todo lo que proviniera de Europa. Sin embargo, también Kirk Douglas enloqueció con Bardot y fue él mismo quien le consiguió a Vadim la financiación para su debut como director.
Lo que siguió fue arrollador: 47 películas (no pasemos por alto El desprecio de Jean-Luc Godard y Viva María!, de Louis Malle); nominación al British Academy Film Awards, como Mejor Actriz extranjera; la grabación de unas 60 canciones; y la condecoración, en 1985, de la Legión de Honor de Francia, que rechazó.
Brigitte Bardot, como nadie
Sin embargo, para Bardot no todas fueron mieles. De chica tuvo ambliopía y no veía con el ojo izquierdo; pequeña cosa si se recuerda que sobrevivió a varios intentos de suicidio y también a un cáncer de mama.
El primer esfuerzo por quitarse la vida fue cuando comenzó a salir con Roger Vadim a los 16 años. La niña bien de París había quedado embarazada, abortó y, ante la prohibición familiar de continuar con esa relación, prefirió la muerte. Al ver que había sobrevivido, esperó tener 18 años y se escapó de su casa para casarse con su primer director.

No sólo las relaciones de Brigitte fueron conflictivas sino también sus rupturas. El abandono de Jean-Louis Trintignant (se veían poco, porque él tuvo que enrolarse para el servicio militar) desató su segundo intento de suicidio –tuvo varios más- con pastillas para dormir.
En menos de dos meses, una nueva aventura amorosa con el actor Jacques Charrier, le renovó las ganas de vivir. A tal punto, que nuevamente quedó embarazada aún antes de contraer matrimonio y el 11 de enero de 1960 nació Nicolas-Jacques Charrier, su único hijo.
Como la actriz pasaba poco tiempo en casa -por entonces había conocido en Buzios al cantante brasileño Bob Zagury-, al padre no le costó conseguir la patria potestad y Bardot jamás tuvo un vínculo próximo con su hijo hasta que él, adulto, y ella sin la presión de sostener su mito erótico, se entendieron.
Brigitte Bardot, leona en Saint Tropez
El mejor ejemplo de que Brigitte estaba en otra sintonía fue su siguiente relación con un alemán, playboy y millonario, Gunther Sachs.
Se conocieron cuando ambos estaban cenando en mesas contiguas, en un restaurante de Gassin, en Saint Tropez. Los presentó un amigo en común; fueron a “conocerse” al club nocturno Papagayo –a donde cada uno llegó en su propio Rolls Royce-; y siguieron conociéndose durante varios días y noches más en el hotel 5 estrellas de La Ponche, un barrio de pescadores devenido epicentro del jet set internacional.
Un mes de romance le alcanzó a Gunter Sachs para deslumbrarla:
♦ desde un helicóptero, arrojó miles de pétalos de rosas sobre la casa de la estrella en Saint Tropez.
♦ de noche, las velas de la mansión de Madrague se apagaban “a lo grande” con una pistola de aire comprimido
♦ paseos por la Riviera francesa, navegando sin días ni horarios, a bordo del yate Drácula, que timoneaba Gunter Sachs
♦ visitas improvisadas al casino de Montecarlo en malla, despeinados y descalzos; retiradas renunciando a los US$ 100.000 perdidos entre carcajadas
♦ desayuno en Londres, merienda en Montecarlo, cena en Gstaad; fin de semana en Lausanne; lunes, en la casa de Sachs en Baviera… y después, Dios dirá
♦ pedido de mano con tres pulseras con los colores de Francia: una azul de zafiros, otra blanca de diamantes y la tercera rojo rubí
♦ matrimonio con tres anillos de Cartier
A tan solo dos intensos meses de haberse conocido, se casaron un 14 de julio, día patriótico en Francia.
Sin embargo, no fueron felices. A pesar de que Gunter Sachs era un galán con billetera, nieto y heredero de Wilhelm von Opel, el fundador de la automotriz alemana que aún lleva su nombre, el amor se esfumó.
En 1969 se divorciaron. Ya en 1968, la rubia debilidad salía con Patrick Gilles, su partenaire en El oso y la muñeca (1970); y también con Serge Gainsbourg, el niño terrible de la canción francesa, con quien Bardot había grabado el tema Je t’aime… moi non plus y desatado un escándalo moral que había golpeado las puertas del Vaticano, razón por la cual y a pedido de Brigitte –que al fin de cuentas había recibido una educación católica- esa versión no se difundiría hasta 1986.

Brigitte Bardot, otro récord amoroso
Bernard d’Ormale es su cuarto y actual marido: se casaron en 1992, en Oslo y, con 30 años ya constituye una relación atípica en su historia sentimental. El francés de ultraderecha fue asesor de Jean-Marie Le Pen en el Frente Nacional y la comunión ideológica entre ambos se hizo cada vez más evidente.
No sólo Brigitte Bardot apoyó públicamente a la candidata presidencial Marine Le Pen en el 2017 sino la respaldó llamándola «la Juana de Arco del siglo XXI».

Desde que están juntos, varias de sus declaraciones xenófobas provocaron malestar. Brigitte Bardot criticó a los inmigrantes musulmanes y al Islam e incluso fue multada en varias oportunidades por “incitar al odio racial”.
La derechización de la fierecilla indomable ya se venía insinuando desde su relación con Gunter Sachs, cuyo padre, Willy Sachs, no sólo fue un próspero industrial alemán sino un militar activo en las SS del Tercer Reich, amigo de Himmler y Göring y condecorado por su contribución al nazionalsocialismo durante la Segunda Guerra Mundial.
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