Una escritora que no puede escribir porque recibe muchas visitas en su casa, una librera a la que no le gustan realmente los libros o una empleada de limpieza de hoteles son algunos de los personajes que aparecen en las catorce misteriosas viñetas que forman parte del libro Criatura (Fiordo) de la escritora estadounidense Amina Cain.
Cada uno de los breves relatos recrea un hermético universo de sentidos que, como flashes impresionistas, van componiendo un conjunto que sostiene un aire de familiaridad. Criatura podría leerse casi como una novela que explora los mismos temas a través de un prisma facetado que devuelve distintas encarnaciones.
Las protagonistas de Cain son diversas, pero bien podrían ser una única mujer. Se repiten una y otra vez los motivos: el rol del arte y la literatura en la vida, la posibilidad o imposibilidad de la convivencia con otros, el tiempo, el cuerpo y las formas sutiles que puede adquirir el dolor.
A través de sus personajes, que cargan con frecuencia alguna suerte de tormento privado que nunca llega a ser del todo transparente, Cain construye una atmósfera meditativa que hermana a todas las piezas.
“Cuando leemos novelas o cuentos se supone que buscamos tensión y conflicto, o al menos eso es lo que nos dicen a menudo, pero a mí no me interesa el conflicto en la ficción más que otros elementos que puedan llegar a aparecer. Lo que me atrae suele ser la voz narrativa”, escribe Cain en su ensayo sobre la escritura Un caballo en la noche. El ejercicio que realiza en Criatura da cuenta de esta forma de acercarse a la ficción, con predilección por los tiempos lentos de la descripción intimista.
Cain no teje tramas, no narra en un sentido tradicional. En superficie, nada sucede en sus historias. Más bien, su búsqueda reside en la construcción de los ambientes en los que sus personajes se mueven. Para Cain, la escritura está más cerca de la pintura que del cine, la clave está en la quietud antes que en el movimiento y por eso sus protagonistas parecen estar siempre suspendidas en un instante, aunque sus circunstancias puedan modificarse.
Criatura, en cierta forma, está hecho de esbozos, de fragmentos experimentales. En el cuento «Vagabundos por todas partes», la escritora juega con las formas e introduce una suerte de obra de teatro. Si algo en el estilo de Cain resulta inconexo o incompleto quizás tenga que ver con la propia forma de concebir la escritura como una pregunta, como un punto de partida de autoconstrucción existencial.
“Voy a seguir hablando de mí porque mi identidad no está muy clara, y cuando escribo me sorprende descubrir que tengo un destino. ¿Quién no se preguntó alguna vez: soy un monstruo o esto es ser una persona?”, escribe Cain en «Reina». “Pensaba en si soy o no soy el tipo de persona que debería vivir en un monasterio”, se cuestiona otra de sus criaturas.
Sus personajes buscan definirse y se plantean constantemente quiénes son realmente. “Mi marido piensa que estoy obsesionada conmigo misma”, afirma la protagonista de Hay un exceso, una historia en la que se adivinan los pequeños abismos que pueden distanciarnos de nuestros seres más cercanos.
Tanto en el ensayo Un caballo en la noche como en Criatura, para Cain las amistades y los vínculos son atravesados por la ambivalencia. Para el acto creativo, aislarse de los demás puede ser tan necesario para nutrir la imaginación como estar en compañía. De la misma forma, en Criatura se explora esa dificultad que implica estar con otros.
“Lo difícil para mí es relajarme con alguien de la misma forma en que me relajo cuando no hay nadie”, se lee en «Los vienen trayendo desde hace décadas». “A veces me siento más cerca de ti cuando no estás”, apunta Cain en otro relato. Hay, en la cercanía, un misterio que persiste cuando incluso las personas que forman parte de nuestro círculo íntimo pueden parecernos ajenas, cuando ciertos afectos se mezclan con la incomodidad, la confusión o el deseo de huir.
“Ahora leo libros para provocar un sentimiento en mí”, dice la protagonista de «Me vienen palabras». Con una sutileza esquiva, Criatura fluye en sus fragmentos cortos también apelando a suscitar emociones, sin pretender clarificar sus enigmas.
Criatura, de Amina Cain (Fiordo).