Suena una base musical que podría pertenecer a una canción de rap. Pero las primeras palabras que se escuchan rompen con la expectativa: “Todos los políticos dicen que Nueva York es la ciudad más grandiosa del mundo, pero, ¿de qué sirve eso si nadie puede pagar el costo de vivir en este lugar? Los trabajadores están siendo expulsados de la ciudad que ellos mismos construyeron”.
Quien habla es Zohran Mamdani, el socialista que a sus treinta y tres años acaba de ganar las elecciones primarias del partido demócrata (con una amplia victoria del cincuenta y cinco por ciento contra el cuarenta y cuatro de Andrew Cuomo) y está en camino a convertirse, en noviembre, en el primer alcalde musulmán de Nueva York.
Al ritmo del beat, Mamdani le habla a los trabajadores con frases como “a ellos no les importás”, que se intercalan con imágenes de puestos de comida rápida y edificios de la ciudad.
En el video, sintetiza sus principales propuestas con un lenguaje simple: congelar los alquileres de los departamentos y garantizar el acceso gratuito a los colectivos y a las guarderías para niños.
¿Cómo financiar este proyecto? Su sitio web habla de un impuesto fijo del 2 por ciento de las ganancias de aquellos que representan el 1 por ciento más rico de los neoyorquinos, es decir, los que ganan más de un millón por año.
Desde que Mamdani ganó las elecciones primarias el 24 de junio, Donald Trump no ha dejado de hablar de él en distintas entrevistas y conferencias de prensa.
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«Lo vigilaré con mucho cuidado»: Donald Trump redobla la apuesta contra Zohran Mamdani
Dice, por ejemplo, que se trata de “un comunista lunático” y que van a tener que revisar sus datos para comprobar que no es un inmigrante ilegal, amenazando con la posibilidad de deportarlo.
Desafiante
Esta catarata de amenazas llegó a su -hasta ahora- punto cúlmine el primero de julio. En Forbes, le preguntaron a Trump qué pasaría si “un comunista como Mamdani” se apodera de su amada ciudad de Nueva York, teniendo en cuenta que el candidato ha asegurado en su discurso que desafiaría las políticas inmigratorias de ICE, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Trump que, desde que asumió su mandato, deporta inmigrantes de forma masiva.
“Entonces tendríamos que arrestarlo”, respondió el actual presidente de Estados Unidos con total soltura. “No necesitamos un comunista en este país, pero si tenemos uno vamos a tener que vigilarlo muy cuidadosamente”, agregó.
Nacido en Uganda
¿Quién es este personaje que preocupa a Donald Trump al punto de que quiere borrarlo del mapa lo antes posible?
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, criticó duramente contra el favorito para convertirse en alcalde de la ciudad de Nueva York, Zohran Mamdani.
Mamdani nació en Uganda, en la ciudad de Kampala. Su padre es Mahmood Mamdani, un académico especializado en poscolonialismo de quien Zohran heredó la religión musulmana, y su madre es Mira Nair, una directora de cine con cierto renombre artístico, ambos de origen indio.
Cuando el niño tenía cinco años se mudaron a Sudáfrica y, a sus siete, se fueron a Estados Unidos. Terminaron viviendo en Nueva York, donde Zohran estudió en la Escuela Secundaria de Ciencias del Bronx y, más adelante, en Bowdoin College, una de las universidades conocidas como liberal arts a las que asisten los jóvenes que tienen inquietudes artísticas.
Mamdani había empezado a rapear en el secundario, cuando adoptó el pseudónimo Young Cardamom y grabó una serie de canciones y videoclips junto a su amigo Abdul Bar Hussein (bautizado en la música con el nombre “HAB”), con quien compartió la infancia en Uganda antes de llegar a la ciudad de Nueva York.
El resultado de esta fusión de referencias interculturales es un hip hop sudafricano con un fuerte sentido del humor: “Sos tan linda que te regalaría una vaca”, dicen en Kanda, la primera canción que sacaron juntos en 2015.
En aquella época, el mismo Mamdani escribió un artículo sobre su proceso creativo como dúo, en el que cuenta que partieron de algo cotidiano como el pan de chapati para discutir la identidad, la migración y el orgullo con respecto a sus raíces culturales.
“Cualquier chico marrón vivió en Soundcloud en algún momento”, bromea sobre su pasado musical. Se refiere a la red social en la que músicos independientes comparten sus creaciones sin necesidad de tener contratos discográficos.
Pasaron los años, el joven cardamomo creció y se rebautizó a sí mismo como Mr Cardamom, Señor Cardamomo. Bajo ese nombre figura su único videoclip solista que se puede encontrar en YouTube. Es Nani, un homenaje a su abuela en clave gángster.
En primera persona, la canción narra la vida de una octogenaria que, harta de ocuparse de la vida doméstica, exige que se la trate con el respeto que merece: “Soy la abuela número uno, no jodás conmigo”. Cubierto apenas con un sugerente delantal negro, Mamdani canta junto a la actriz Madhur Jaffrey, que hace de su abuela.
Vida política
Un año más tarde, empezaría su carrera política uniéndose a un pequeño grupo de legisladores que formaban parte de la sección neoyorquina de los Socialistas Democráticos de América.
Entró a la asamblea del estado de Nueva York, como representante del distrito 36 que incluye partes de Queens, entre ellas la zona de Astoria donde vive desde pequeño, el mismo barrio que aparece en el videoclip de Nani.
Si su búsqueda artística parecía tener aspiraciones políticas, su actual carrera política está cimentada sobre su experiencia artística. En una entrevista con el diario The Independent dijo que “cuando sos un rapero clase C intentando difundir tu música al mundo, en varios sentidos estás usando herramientas políticas: Lo que me impulsó a hacer un video en la plataforma del boulevard de Astoria es lo mismo que me llevó a hablarle a los votantes arriba de esa misma plataforma. Esto es lo que captura nuestra vida de verdad”.
En ese mismo reportaje explicó que “tenemos ideas clásicas de lo que significa enfrentarse al poder, pero también hay otros modos de hacer que una idea sea palpable para alguien al despojarla del contexto que esperan”.
Mamdani aparece vestido de traje. Corre y se mete al océano gélido de Coney Island en pleno invierno. “(Me) estoy congelando… tu alquiler como el próximo alcalde de la ciudad de Nueva York!”, dice jugando con las acepciones de la palabra freeze, usadas tanto en el sentido económico como en relación a la temperatura.
Con el mismo sentido del humor, se lo ve devorando un burrito en un puesto callejero de halal, la única comida que los musulmanes pueden comer según el islam.
Después entrevista a los vendedores, les pregunta cuánto pagan por los permisos para vender en la calle, y cuánto cobrarían por los burritos si fueran los dueños de sus puestos (según dicen, en ese caso los precios bajarían de diez a ocho dólares).
En video campaña
“Pensé que necesitabas experiencia, pero resulta que sólo necesitás hacer buenos videos”, dijo la senadora Jessica Ramos cuando, en el debate de los candidatos a la alcaldía, le preguntaron si se arrepentía de algo en su carrera política.
En octubre del año pasado, cuando Zohran Mamdani anunció su candidatura, su nombre no sonaba nada familiar fuera de ciertos circuitos del progresismo.
Hoy, su campaña alcanzó el límite máximo de donaciones permitidas en las elecciones primarias (así, se convirtió en el primer candidato estadounidense en lograrlo) y lo llevó a la victoria contra Andrew Cuomo, hijo de un legendario gobernador de Nueva York, con cuatro años de mandato en la alcaldía, cuyo puesto parecía asegurado, inamovible.
Si gana las elecciones de noviembre, Mamdani se convertirá en el alcalde más joven desde John Purroy Mitchel (un reformista elegido en 1917 que se hizo conocido como “el niño alcalde”).
Si eso sucede, también habrá una primera dama neoyorquina muy joven, de veintisiete años: Rama Duwaij, la mujer con quien Zohran se casó este año, una artista de familia siria cuyas ilustraciones giran en torno a la justicia social y el feminismo.

Entre las herramientas de Mamdani, además de una clara y manifiesta intención de hablar por los suyos – ya sea la clase trabajadora, los inmigrantes o los vecinos de Astoria-, hay un virtuosismo para fusionar sentido del humor y declaraciones de principios, estéticas llamativas y problemáticas de justicia social.
Supo usar a su favor las redes sociales que, por qué negarlo, movilizan al mundo de hoy. Con una sonrisa enorme, se muestra despojado de la solemnidad que parece un disfraz necesario para aspirar a cargos políticos.
Si durante el último tiempo la política argentina emuló al norte global en el peor sentido posible, este nuevo espejo que proponen las izquierdas norteamericanas podría tener algo que enseñarle a nuestro progresismo local.