«Y, todo esto nos desgasta, a ver si nos podemos poner de acuerdo con los otros abogados. Que sea más ágil», resopla Ricardo Osuna, uno de los abogados de Emerenciano Sena. Cinco minutos antes Gustavo Briend, abogado de la familia de Cecilia Strzyzowski, también prendía velas para que hoy se resuelva todo.
Es la tercera audiencia del juicio por el femicidio de la joven, que comenzó en los papeles el martes pero en realidad no arrancó: todavía no hay jurado.
El caso policial más importante de la historia provincial, según titulan los medios locales, viene siendo intenso y cansador, y todavía no se vio ni una sola prueba en la sala de audiencias.
La familia Sena, alguna vez el grupo piquetero con más músculo de la provincia, tiene a los principales acusados por el crimen. Otro cuatro colaboradores están imputados como encubridores.
Como el juicio se define por un jurado popular, el primer paso es conseguir a esos veinte ciudadanos de Resistencia (doce titulares, ocho suplentes) que puedan tomar la carga pública, similar a ser autoridad de mesa. Por el momento van probando el temple.
Los 80 que quedaron todavía en carrera en el casting que comenzó el martes ya pasaron dos jornadas de diez horas cada una respondiendo preguntas, llenando formularios y, en muchas ocasiones, esperando. Solo esperando.
El miércoles a las 18, exhaustos, se impusieron para pedir que los dejen ir después de tanto tiempo encerrados entre las paredes del Centro de Convenciones del Hotel Gala.
En la tercera audiencia finalmente salió el sol, y el clima es más benevolente con el tumulto de periodistas y policías que deben permanecer en las afueras de los salones bloqueados por el Poder Judicial para resguardar el secreto de las identidades de los posibles candidatos.
Tan estricto es que ayer al mediodía se llevaron preso a un abogado por querer manipular su celular, en lo que habría sido un intento por filmar al los participantes.
Para hoy el protocolo es igual de estricto pero algo más descontracturado. Algún funcionario que comenzó las audiencias de saco hoy ya se anima a venir de remera. La cantidad de policías militarizados en la sala es menor, los siete imputados no son tan esquivos.
Gustavo Obregón y Gustavo Melgarejo, dos acusados por encubrimiento, se animan a mantener la mirada con la prensa cuando entra a recorrer y sacar fotos.
Salvo Emerenciano Sena, que insiste en cubrirse con las manos cada vez que ingresan las cámaras. Es un gigante ensimismado sobre su escritorio, intercambiando algunas palabras con su abogada.
César Sena mira para abajo, resguardado por un barbijo. Ya no tiene el chaleco antibalas que trajo el primer día. Marcela Acuña revisa papeles y anota cosas en un cuaderno. Griselda Reinoso mira la nada, algo desamparada: no le pusieron ni una mesa en frente suyo.
Resguardados en un salón aparte a la espera de la salida de la prensa, aguardan los candidatos a jurados. De los 166 que comenzaron el casting el martes, esta mañana quedan unos 80 entre los cuales deberían salir los veinte. Queda la etapa final, cuando los abogados de la querella, la defensa y los fiscales pelean para eliminar (recusar) a los candidatos que podrían tener prejuicios o ser parciales.
Tienen que argumentar por qué les parecen que podrían ser jurados tendenciosos, y eso debe ser aceptado por la jueza técnica Dolly Fernández. También se les habilitó un «comodín» de 28 recusaciones sin causa (14 para cada lado), que se pueden usar sin dar explicaciones.
Dolly Fernández, la jueza técnica. Foto Pablo Caprarulo.Si con esos 80 no logran juntar 20, tienen convocados para el mediodía una tanda de 74 para seguir evaluando. Pero obligaría a repetir varios de los procesos que desgastaron a las partes los últimos dos días. Por eso nadie quiere pensar en la posiblidad de terminar el día sin jurado.
Como el Quini 6, hoy sale o sale. «Sí o sí», aventura una fuente judicial, pero con algún reparo, casi legal: los dos días anteriores también tenían esa misma convicción que quedó en la nada.
El crimen de Cecilia Strzyzowski
Cecilia Strzyzowski. Gentileza Ángela Strzyzowski.A Cecilia Marlén Strzyzowski la vieron por última vez la mañana del 2 de junio de 2023, cuando entró a lo de sus suegros acompañando a su marido, César Sena. «Tengo miedo que le pase algo«, decía. Ahora está imputado por femicidio.
Una cámara de seguridad ubicada enfrente del domicilio, en la calle Santa María de Oro 1400, la capta a las 9 de la mañana bajando del auto e ingresando por una puerta del garaje. Nunca se supo qué pasó dentro de esa casa.
La pareja tenía una relación tóxica. Cecilia había sido víctima de situaciones de violencia, según contó un testigo protegido que aportó chats con ella meses previos al crimen.
Según declaró Acuña ante los fiscales, ella vio «un bulto, similar a un cuerpo» al volver a su casa. Le envió un mensaje a González: «Tenemos hasta las 19:30 para sacar eso de mi casa».
Si bien en un momento corrió la teoría de que el cuerpo habría sido dado en partes a los chanchos, la hipótesis más fuerte que maneja la fiscalía fue que el cuerpo fue incinerado durante toda la noche en el campo del clan.
Los restos, de acuerdo a la hipótesis principal, fueron arrojados al río Tragadero. Encontraron algunos que, por la acción del fuego, no pudieron ser identificados, pero también había un dije en forma de cruz que pertenecía a la joven.
Enviado especial. Resistencia.










