Este domingo se celebra el Día del Niño y, en la previa, el panorama en las jugueterías porteñas fue dispar. Durante una recorrida por los comercios del rubro Clarín recogió testimonios sobre la incertidumbre económica y la búsqueda de opciones por parte de los consumidores.
En las angostas calles de la zona de Once, los compradores se mueven con un claro propósito: encontrar el regalo perfecto. Aunque no se percibe un «mar de gente», la actividad es constante y evidencia que el pulso del mítico barrio comercial sigue latiendo. Entre la multitud, se distinguen los padres y madres que buscan un juguete para sus hijos y también los compradores mayoristas que procuran hacerse de stock.
En una misma manzana, un local puede estar desbordado de gente, mientras otro permanece semi-vacío. Esa parece ser la cambiante realidad del sector juguetero este año.
José, dueño de un local en Pasteur al 300, un tradicional centro mayorista de la ciudad, afirma que la situación es alarmante. «La venta está un 40 por ciento abajo del año pasado», asegura. Según el comerciante, esta tendencia negativa no es nueva, ya que las campañas de Navidad y Reyes Magos «ya fueron malas».
«No es una cuestión de precios porque subió poco, entre un 5 y 8 por ciento», aclara. De hecho, señala que los juguetes importados, un segmento importante del mercado, «salen lo mismo que el año pasado, hasta un poco más barato».
En su opinión, el motivo principal de la caída en las ventas, es otro: «Lo que me pasa es que la gente del interior no está viniendo al local a comprar como el año pasado.»
A pocas horas del día de la celebración, José advierte la diferencia en el flujo de clientes. «A esta altura había más gente el año pasado», comenta con resignación. Sin embargo, espera un repunte durante el fin de semana. de cualquier modo está convencido de que, en términos de ventas, «este va a ser un año malo».
«Las ventas están mucho más flojas que el año pasado», lamenta Carlos, dueño de un local pequeño y ubicado a pocas cuadras de distancia. «Se nota que la gente está priorizando otros gastos y los juguetes, sobre todo los importados, aumentaron mucho», comenta.
La otra cara del polo juguetero
El amplio abanico de Once ofrece testimonios diferentes a los de José y Carlos. «Nosotros notamos un repunte en las ventas en las últimas semanas, especialmente de juguetes más económicos y algunos clásicos«, comenta Laura, encargada de una juguetería con varias décadas en la zona. «La gente busca darse un gusto para los chicos, pero cuida mucho el bolsillo», explica.
Para Osvaldo Bari, otro vendedor de la zona, el negocio «viene bastante bien» y el Día del Niño «nunca falla». Cuenta que sus ventas crecieron un 60% y coincide con José en que los precios no han sido un factor determinante, ya que «siguen igual que el año pasado, o subieron muy poco». A su vez, atribuye el éxito a que tanto los revendedores como los minoristas han comprado más y los locales se llenan como en años anteriores.

Con 40 años de experiencia en el barrio, Bari comenta que lleva «un mes que viene trabajando a full». También explica la particularidad de la fecha: «El Día del Niño no es como Fin de Año, cuando las ventas se concentran en dos días». Según él, es una celebración que permite a la gente comprar «con más tiempo», evitando la acumulación de último momento.
En su local maneja un rango de precios que va de dos mil a veinte mil pesos y asegura que los juguetes que más salida tienen son los que se encuentran en el rango de los cinco mil a diez mil pesos.
Qué pasa en otros barrios
Daniel es encargado de un negocio de juguetes sobre Sarmiento al 2300, más cerca del centro porteño, también aporta lo suyo sobre la situación. Si bien afirma que está vendiendo «bien», lo hace «con reservas» y considera que las ventas están «un 10% abajo del año pasado», lo que describe como «un poquito parado».
Al igual que los otros comerciantes, Daniel asegura que los precios no se han movido significativamente y se muestra convencido de que la gente «va a comprar igual».
«Compran lo que pueden, pero compran», sostiene este comerciante, reflejando que el poder adquisitivo puede ser menor, pero el deseo de regalar a los niños sigue presente. Y para mantener esta dinámica afirma que no tiene intenciones de aumentar los precios, ya que su prioridad es «vender».

El local de Daniel también maneja un amplio rango de precios, que va desde los 900 hasta más de 20 mil pesos, y atiende tanto a clientes mayoristas como minoristas.
A pesar de las diferencias en las cifras de ventas, los comerciantes consultados coinciden en un punto: el tipo de juguetes más demandados por los chicos. Entre los más vendidos se destacan los autos a control remoto, los robots y los juegos de mea.
Un ejemplo claro del furor por los juegos de mesa es el «Basta», que, según los comerciantes, «está agotado en varios lados» debido a la alta demanda. No obstante, los clásicos como muñecas, kits de cocina y muñecos continúan siendo una elección popular.
En barrios como Caballito y Flores, la tendencia parece similar. «Estamos más o menos igual que el año pasado», explica Marta, vendedora de una juguetería de cadena. «Hay consultas, la gente mira, pero la decisión de compra se demora. Los padres buscan promociones y comparan precios antes de llevar algo», añade.
La diversidad de testimonios refleja un contexto económico complejo, donde las familias buscan celebrar el Día del Niño sin desequilibrar sus finanzas. Los comerciantes se adaptan ofreciendo una variedad de precios y promociones, pero la incertidumbre sobre el nivel final de ventas persiste. El ingenio y la búsqueda de alternativas, como juguetes artesanales o experiencias compartidas, también ganan terreno en la celebración de este día especial para los más pequeños.