Para Karl Marx, la conciencia de las personas está basada en la experiencia de vida y la forma en la que producimos moldea nuestro pensamiento. “La existencia determina la consciencia”, es la frase mediante la cual sintetiza este concepto. ¿Cómo viven los bonaerenses que votarán el siete de septiembre?
A riesgo de ser esquemáticos, parecería que hay dos formas de existencia bonaerense a partir de dos formas de existencias bonaerenses: las que tienen quienes viven en el conurbano y quienes viven en el interior de la Provincia. Son dos formas de producción, de vida y de experiencia diferentes. Y, por lo tanto, de conciencia diferente.
Por un lado, están quienes viven en la Primera sección electoral ubicada en la zona norte y oeste con distritos como Vicente López, San Martín y Merlo, quienes viven en la famosa Tercera, cuna de peronismo que tiene a La Matanza, Quilmes, Ensenada, Berisso y toda la zona Sur y la Octava que es esencialmente La Plata. Por el otro, la segunda, la cuarta, la Quinta y la sexta con un peso decisivo del campo y otras zonas productivas como el puerto y el turismo.
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Pero antes de analizar las dos provincias en esta columna de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), vamos a colocarnos en contexto. El forzado cierre de listas con un misterioso apagón en el medio —más parecido a una novela de realismo mágico latinoamericano tipo Macondo que a una discusión de candidaturas por una elección provincial —deja el escenario armado para los comicios del 7 de septiembre.
Sin embargo, es preciso preguntarse qué votarán realmente los bonaerenses. ¿Se impondrá una votación local o por el contrario será un plebiscito para el Gobierno nacional? ¿Se votará por la economía, a favor o en contra; o por la inseguridad?
Mientras tanto, el Gobierno mantiene su propio “plan platita” que consiste en endeudarse en pesos a través de la emisión de nuevos bonos en pesos a tasas del 45% de interés anual, muy por encima de la inflación prevista en igual período, para mantener el dólar controlado —sacar pesos del mercado y que no haya dinero disponible para irse al dólar, o que el dinero se vaya a tasas de interés— y de esta manera limitar la inflación.
El editor para América Latina del diario británico Financial Times, Michael Stott, señaló sus críticas a esta política económica del Gobierno. «El peso sobrevaluado es un mal histórico argentino que se da cuando hay esfuerzos para bajar la inflación a todo costo sin cuidar otros aspectos», declaró en diálogo con Urbana Play, y comparó la situación económica actual con los años noventa. Stott no dijo nada diferente, pero es director de un diario económico absolutamente ortodoxo, lo que hace que esa crítica tenga más valor que la del kirchnerismo, por ejemplo.
Además, si bien el Gobierno festeja haber sacado a “10 millones de personas” de la pobreza, no es la sensación que se refleja en la calle, llena de locales cerrando, gente pidiendo o durmiendo directamente en la vía pública. Contradictoriamente, hay 6 millones de argentinos que se fueron este año a vacacionar al exterior, mientras que las reservas hoteleras de la Costa Atlántica bonaerense están a un bajísimo 25% en estas vacaciones de invierno.
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¿Cómo se expresarán los bonaerenses de las diferentes zonas de la Provincia? 3 de cada diez argentinos acceder a mejoras en su calidad de vida por el dólar bajo, mientras que a otros eso los afectó negativamente. Por un lado está el conurbano y La Plata, con una agenda más cercana a los temas nacionales y a la vida de la Capital Federal. De hecho, existe el acrónimo AMBA (Area Metropolitana de Buenos Aires), que incluye a la Ciudad de Buenos Aires y conurbano.
Por un lado, hay grandes aglomerados urbanos en los que el costo social de la motosierra es una realidad cotidiana. Por el otro, el interior productivo de la provincia, con una mayor influencia del campo agroexportador, con ideas más cercanas al Gobierno. Podríamos creer que estas diferencias en las formas de existencias de los distintos bonaerenses, utilizando las palabras de Marx, son “accidentales». Sin embargo, tienen profundas raíces en los conflictos históricos de nuestro país.
En 1880, el gobernador bonaerense Carlos Tejedor resistió con las armas la ley que obligaba a la provincia de Buenos Aires a entregar su capital, la Ciudad de Buenos Aires, al Estado Nacional. Este hecho se conoció como la Revolución de 1880 y estuvo precedido por una acalorada discusión legislativa
Entre los opositores más fervientes se encontraba Leandro N. Alem, por entonces diputado provincial, quien rechazaba la federalización porque consideraba que desmembraba a Buenos Aires y era una imposición de los sectores oligárquicos nacionales, más que una solución real al problema de la desigualdad entre provincias y la capital. En sus discursos, defendió la autonomía porteña con vehemencia, alertando que el proyecto centralizaba aún más el poder en manos de pocos, sin democratizarlo ni distribuirlo.
Finalmente, la ley se aprobó y Buenos Aires se convirtió en Capital Federal, mientras la Provincia fundaba su nueva capital en La Plata en 1882. Quien hizo un análisis interesante de cómo este hecho histórico impacta en el presente es el periodista y autor del libro “El Nudo», Carlos Pagni. “Alem dijo que si se le quitaba la Ciudad de Buenos Aires a la Provincia, esta iba a carecer de agenda política para siempre”, dijo en Futurock.
Tal vez, hoy, luego de ver cómo se hicieron realidad los pronósticos de Alem, podríamos suponer que había que dejar el conurbano se integrara a la Capital Federal en una suerte de provincia aparte. Y, a pesar de la hermosa ciudad de La Plata, trasladar la capital provincial al interior de la provincia más lejos de la ciudad de Buenos Aires y su puerto. Obviamente, esto es una conjetura contrafáctica y los casos internacionales en los que se produjeron este tipo de cambios de administración a nivel municipal y regional también tuvieron dificultades.
Durante la era Heisei en Japón, entre 1999 y 2006, se implementó el proceso conocido como Heisei Daigappei, una gran fusión municipal impulsada por el gobierno para reducir costos y modernizar la administración local. Este plan redujo la cantidad de municipios de 3.232 a 1.820 al fusionar pueblos y aldeas con ciudades vecinas, ofreciendo subsidios y condonación de deudas como incentivo. Si bien el objetivo era crear distritos más grandes, económicamente viables y con mejor infraestructura, muchos habitantes se quejaron por la pérdida de identidad local, la lejanía de los nuevos centros administrativos y la sensación de haber sido absorbidos por ciudades mayores que ignoraban sus tradiciones y necesidades.
En Argentina, se hizo exactamente lo opuesto durante la época de Carlos Menem. Se crearon varios municipios nuevos en el conurbano para generar mejoras electorales del oficialismo de entonces. Incluso hoy se sigue discutiendo si dividir La Matanza. Este no es solo un problema de la Argentina. Los otros dos grandes conglomerados urbanos son Ciudad de México, la capital de México, y San Pablo, la principal ciudad de Brasil. En ambos casos, la ciudad tiene su intendente, pero también tienen su “cornurbano”. En Brasil, Lula salió del famoso ABC, donde hay ciudades como San Bernardino, similares a las integrantes de la Tercera sección.
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Volviéndose a nuestro país, 10 de los 14 millones de personas que viven en la Provincia están en las comunas uno, tres y ocho del conurbano y La Plata. Estas personas toman trenes en los que hay otros ciudadanos que piden dinero, ven gente durmiendo en la calle, son asaltados en un contexto de ascenso de la inseguridad y el deterioro social y ven cómo cierran pymes en los diferentes centros urbanos. Luego, hay gente cercana al campo y a otras industrias que pueden tener algunas diferencias con el Gobierno, pero a groso modo, lo prefieren antes que al kirchnerismo.
En el caso de los votantes del conurbano, es importante preguntarse cómo juega la inseguridad. Mientras que los del interior bonaerense sufren menos la inseguridad y la crisis económica, a los del conurbano les ocurre lo contrario. ¿Qué pesará más? ¿El voto en contra de una economía que perjudica, o el voto a favor de una promesa de mayor seguridad por parte del Gobierno nacional y de la ministra Patricia Bullrich? Sin embargo, que 10 de los 14 millones de habitantes de la Provincia vivan en el conurbano no significa que el peronismo las tenga todas consigo. Habrá que ver cómo pesa el tema de la inseguridad.
Paralelamente, para tratar de mitigar el costo del ajuste y la motosierra, el “plan platita” creado por Milei hace que haya muchos bonaerenses que se hayan ido al exterior, vean controlados los precios y todavía no perciban los problemas económicos que se generan o elijan creer que el desempleo o la pérdida de calidad de vida no tocarán su puerta.
Probablemente, muchos argentinos que se fueron al exterior durante el 2025 pierdan sus trabajos o se reduzcan significativamente sus ingresos, producto de la recesión en la segunda mitad del año. Pero en el fondo, todos los “planes platita” Consumir futuro en el presente, eso son todos los “plan platita”. Quien lo resumió a la perfección fue Carlos Melconian, con ese poder de síntesis con el que nos tiene acostumbrados. “En tres meses se fumó Vaca Muerte de un año”, dijo en radio Rivadavia el pasado viernes.
Uno de los títulos de tapa de la edición de este domingo del diario PERFIL planteaba que en los primeros 45 días desde que se firmó el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, Argentina consumió el 44% del crédito. Siendo así, daría casi un 1% por día y quedarían 65 para agotarlo. Pero todavía quedan 97 días para las elecciones nacionales de octubre, que en el fondo son las definitivas.
En 45 días se fugaron US$ 5.300 M, el 44% del desembolso del Fondo
El “plan platita” de LLA en dólares también tiene un correlato en pesos. Para que el dólar no aumente, hay que sacar pesos de la calle para frenar la compra de dólares y que su precio no suba. Para eso, el Gobierno se endeuda en pesos a una tasa que descuenta inflación y devaluación futura, pero que es aún más alta que la tasa de la deuda en dólares. Por eso se llama carry trade: las personas que venden dólares se pasan a pesos, cobran los intereses más la devaluación y luego vuelven a dólares.
En 2023, cuando la inflación era alta, la alta tasa de interés era muy alta, pero se licuaba con una inflación que era aún mayor. Así se generaba un verdadero déficit cuasi fiscal porque al mismo tiempo que se tenían que pagar montañas de pesos en intereses, esos pesos valían menos que antes de tomar la deuda. Por eso, muchos bancos estaban obligados a prestarle solamente al Estado y eran rehenes de un sistema de tasa de interés negativa.
Al revés, ahora que la inflación está en baja, la tasa de interés en pesos no se licua y deja una ganancia superior a la inflación y a la devaluación. Lo que sí agrega es un verdadero costo fiscal hacia el futuro que el actual Gobierno no registra porque los capitaliza junto con nueva deuda. Nuevamente, es consumirse el futuro en el presente. Nuevamente, no hay magia. Es algo parecido a imprimir dinero.
Aunque haya superávit fiscal de pesos (y no cuasi fiscal porque no se registran los intereses que se capitalizan), si hay déficit de cuenta corriente en dólares. Los argentinos consumimos más de lo que producimos, y eso significa consumir futuro en el presente, consumo que habrá que pagar o reducir en el futuro. Nuevamente, en el fondo, no es igual pero tiene las mismas consecuencias a largo plazo que imprimir y tener inflación: consumir futuro.
Finalmente, no hay pase de magia ni premio Nobel de economía. Este Gobierno eligió consumir futuro de manera distinta que el de Alberto Fernández o el de Mauricio Macri. Desde 1975 hasta aquí, en 50 años de decadencia, cada gobierno ha hecho exactamente lo mismo: o imprimir y tener inflación, o endeudarse para siempre consumir más de lo que se produce.
Sin embargo, estas medidas tienen un impacto en la vida de los argentinos que lograron conservar su trabajo y mantienen cierta capacidad de compra que puede ser decisiva en la próxima elección, como los millones de argentinos que viajaron al exterior gracias al dólar barato. Parece que Milei intentara que los argentinos gasten, viajen y vivan sin preocuparse por el futuro, pero tampoco por quienes se encuentran al lado y empiezan a sentirse lastimados por la motosierra.
Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi
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