La política del Gobierno de impulsar el desarrollo de la industria farmacéutica local busca reducir el precio de los medicamentos de alto costo, algo que acaba de verse reflejado en un hecho inédito. Luego de llamar a una licitación para la compra de uno de los remedios más caros del mundo, logró cerrar un contrato con un ahorro de casi 2 mil millones de pesos debido a que por primera vez se presentó una alternativa nacional.
Se trata de una droga contra la atrofia muscular espinal (AME), una enfermedad genética cuyo tratamiento debe ser cubierto por ley, en su totalidad, por los financiadores de salud, sean estos el Estado, las obras sociales o las prepagas.
Hasta octubre del año pasado, el único laboratorio productor de la droga Nusinersen, más conocida por su nombre comercial, Spinraza, era Biogen, multinacional estadounidense con sede central en Cambridge. Pero la ANMAT autorizó entonces el registro del mismo medicamento hecho en el país, fabricado por el laboratorio Gador.
Fueron precisamente estos dos laboratorios los que se presentaron a la licitación convocada por la Secretaría de Gestión Sanitaria del Ministerio de Salud y ahora se acaba de conocer el resultado a través del Boletín Oficial. El contrato es por 80 frascos del medicamento Nusinersen. Biogen pidió en su pliego 3.985 millones de pesos; Gador, 2.080 millones, casi un 50 por ciento menos.
Según informó el Gobierno, “la Dirección de Medicamentos Especiales y Alto Precio elaboró el correspondiente informe técnico referido a las ofertas, del cual surge que las presentadas por las firmas Biogen y Gador se ajustan a las especificaciones técnicas requeridas en el pliego de bases y condiciones particulares que rigió el llamado”. Luego, la Comisión Evaluadora de Ofertas eligió la más económica.
La AME ataca a las neuronas motoras en la médula espinal, que son las que se comunican con los músculos voluntarios. Los pacientes con AME tienen bajos niveles de la proteína SMN, imprescindible para enviar a los músculos las órdenes para que se muevan. Los bebés con AME tienen dificultades para caminar, gatear, tragar, respirar. La enfermedad, además, siempre progresa. Salvo que el paciente reciba tratamiento.
Unos 40 bebés por año nacen con AME en Argentina. El Nusinersen se usa para pacientes pediátricos y adultos, con una aplicación periódica. Para los menores de dos años también está aprobado el Zolgensma, un medicamento destinado a los casos más graves de AME, que es mucho más caro que el Nusinersen, su costeo es a riesgo compartido -entre el laboratorio y el financiador- y se aplica una única vez.
Una de las claves para el tratamiento de la AME es la alerta temprana, por lo que las familias de estos pacientes vienen reclamando que la enfermedad sea incorporada en la pesquisa neonatal, algo que por ahora no han podido lograr. Estudios realizados recientemente por el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), afiliado a la Facultad de Medicina de la UBA, dan cuenta de que la inclusión de esta enfermedad en la pesquisa no solo aumentaría la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes, sino que también es una medida costo efectiva satisfactoria y que promueve la equidad.
La búsqueda de alternativas para financiar los medicamentos de alto costo viene siendo un tema clave en la hoja de ruta de la administración libertaria en salud. Mientras la nueva agencia de evaluación de tecnologías sanitarias (Anefits) que el Gobierno anunció a fines de marzo sigue a la espera de que un decreto presidencial la ponga en funciones, surgen otras iniciativas para tratar de mitigar costos que por su envergadura con frecuencia se judicializan.
En ese sentido, la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS) informó que a partir del 1° de julio se activará la llamada Solución Integral de Gestión de Medicamentos de Alto Costo (Sigmac), una plataforma digital que “permitirá optimizar, transparentar, trazar y agilizar el proceso de solicitud, aprobación y provisión de medicamentos de alto costo en el país”.
El sistema, según se anunció, comenzará con la medicación para pacientes menores de 22 años con hemofilia que pertenecen al Sistema Nacional del Seguro de Salud, es decir, aquellos que cuentan con obra social nacional o prepaga. «Sigmac se enmarca en un cambio que impulsa la SSS, con licitaciones públicas para la compra de medicamentos de alto costo», explicaron.
El nuevo esquema reemplaza la negociación individual de cada financiador con los laboratorios, lo que permitió “alcanzar descuentos de hasta un 70 por ciento, generando un ahorro sustancial para el sistema y optimizando el uso de los fondos públicos destinados a la salud”. En el caso del Factor VIII contra la hemofilia, estiman que el ahorro anual será superior a los 8.000 millones de pesos.