El guionista de «La casa de papel» debuta con un thriller psicológico sobre la desesperación

El guionista de «La casa de papel» debuta con un thriller psicológico sobre la desesperación


Publicada por VR Editoras, Soma es la primera novela de Emilio Díez, reconocido por su trabajo como guionista en series como La casa de papel, El Internado o El Embarcadero. Ambientada en una realidad inquietante, la trama se sumerge en los rincones más oscuros de la psique humana: los vínculos fallidos, la soledad extrema, la vulnerabilidad emocional y el dolor que muchas veces se esconde detrás de una vida aparentemente normal.

Inspirada en datos reales, imágenes que marcaron al autor y consultas con profesionales de la salud mental, la novela construye un mundo tan verosímil como perturbador. En esta entrevista realizada en Lavapiés, uno de los sitios donde acontece la novela, Díez reflexiona con Clarín sobre las raíces del mal, los vínculos débiles y la fina línea entre la desesperación y la violencia.

–En la novela, la mente parece ser tanto refugio como amenaza. ¿Crees que el mayor enemigo del ser humano es interno?

–Se podría decir que nuestro mayor enemigo —y a la vez nuestro mayor aliado— somos nosotros mismos. La fortaleza con la que construimos nuestro yo auténtico puede estabilizarnos o desestabilizarnos. Creo que tiene que haber una construcción personal profunda, y también —como creo que refleja bien la novela— relaciones emocionales fuertes. De lo contrario, la vida es muy dura y está lista para golpearte. Esa fortaleza debe venir de uno mismo, pero también de los vínculos que hayamos creado con los demás. Necesitamos una red emocional que nos sostenga.

–¿Cuánto hay de observación de la realidad y cuánto de investigación científica o académica detrás de Soma?

–La novela parte de intereses personales y observaciones cotidianas. Suelo tomar notas de cosas que me impactan o me llaman la atención. Hubo dos datos en particular que me marcaron: la tasa de suicidios en España –4.000 personas al año– y la facilidad con la que podemos ser manipulados hoy en día, ya sea por estafas económicas, sectas o discursos políticos. A partir de ahí empecé a construir la historia. Consulté a amigos psiquiatras que me orientaron sobre mecanismos de manipulación, test de personalidad, procesos psicológicos… La parte visual se nutre del cine, como The Ring, con imágenes perturbadoras que, aunque parezcan inconexas, generan un gran malestar.

–Los suicidios en la novela son más que un recurso narrativo, parecen hablar de un vacío colectivo. ¿Querías hacer una reflexión sobre la desolación contemporánea?

–Definitivamente. Es un tema muy serio que traté con el mayor respeto, especialmente por lo que pasa en España. El suicidio habla de un dolor generalizado, muchas veces invisible, hasta que se concreta. Y eso tiene consecuencias devastadoras para el entorno. Hay una responsabilidad colectiva, una fragilidad en los vínculos, efectos negativos de las redes sociales –que están estudiados– y una sensación de invulnerabilidad que es falsa. Me marcó mucho un libro de Lola López Mondéjar, Invulnerables e invertebrados, que plantea que vivimos en una sociedad donde creemos que nada nos afecta, pero al mismo tiempo no tenemos una estructura interna que nos sostenga.

–Hay una tristeza constante que flota en los personajes. ¿Crees que estamos viviendo una época particularmente sombría?

–Soy moderadamente optimista, pero entiendo por qué puede parecer una época oscura. Tenemos más expectativas que nunca, y cuando la realidad no las cumple, nos frustramos más que generaciones anteriores. Mis padres sabían que la vida iba a ser dura; nosotros creemos que todo debería ser posible. Esa diferencia genera un choque muy fuerte. Mi mujer es médica y me cuenta que muchas personas sufren por cosas muy graves, y otras, por cuestiones normales, que simplemente no pueden procesar. No estamos preparados para lo complejo e incierto de la vida.

–¿Te has planteado llevar la novela al formato audiovisual?

–Sí, vengo de ese mundo. Trabajo en televisión hace 25 años, donde el primer mandamiento es “no aburras”. Esa idea la tengo muy presente al escribir. Aunque pensé Soma como novela desde el principio, en el proceso vi que podía convertirse en una serie, por sus giros, por cómo una idea lleva a otra. Intenté sumar mi experiencia audiovisual con una estructura literaria sólida.

–Hay una pregunta latente en el libro: ¿Es el ser humano intrínsecamente destructivo? ¿Crees, como Hobbes, que el hombre es el lobo del hombre?

–Quiero creer que la luz es más fuerte que la oscuridad. Pero también creo que podemos ser víctimas y verdugos. Nuestra naturaleza incluye una parte que no siempre queremos mirar. En la novela, hay una figura malvada, pero sus actos también tocan algo de justicia poética. La sociedad nos pide poner la otra mejilla, pero a veces alguien quiere tomar justicia por mano propia. Esa satisfacción que a veces se siente cuando el que te hizo daño sufre sigue latente en nosotros. Soma se inspira, en parte, en una historia real: una médica que envenenó a su hijo luego de años de maltrato. Me pareció indignante que la justicia la hubiera abandonado, y ella me dio permiso para incluir su historia.

Emilio Díez, reconocido por su trabajo como guionista en series como La casa de papel, El Internado o El Embarcadero. Foto: gentileza VR Ediciones.

–¿Qué opinas del concepto de “mal” en la naturaleza humana? ¿Existe o todo es una construcción social y emocional?

–Creo que el mal es parte de nuestra naturaleza. A lo largo de la historia, la violencia estuvo muy presente. Aunque hoy parezca que hay más violencia, nunca fue menor la probabilidad de morir violentamente. Antes era brutal. En comunidades antiguas, era común sacrificar a quien generaba conflicto. Era automatizado, normal. Ahora está sublimada, delegada en instituciones, pero sigue existiendo como pulsión.

–Soma es también el nombre de una droga en Un mundo feliz, de Huxley. ¿Hay guiño intencionado?

–Totalmente. Es una referencia directa. La droga en la novela de Huxley servía para adormecer a la gente, para desconectarlos de sus emociones. Esa idea me resultaba útil para hablar de un mundo anestesiado, donde evitamos sentir verdaderamente.

–Arregui y Aisha son dos personajes rotos que se encuentran en medio del caos. ¿Crees que es en las grietas donde se construyen los vínculos más potentes?

–Sí, ambos están en crisis, pero de formas diferentes. Eso les permite vincularse de una manera poco convencional. Me gusta que entre ellos no haya una historia de amor típica, sino algo más complejo, de cuidado y sostén mutuo. Pasan de la atracción al cuidado, y eso hace especial su relación.

–Aisha vive una dualidad radical: vida y muerte en un solo día. ¿Cómo concebiste este contraste tan brutal? ¿Qué te interesaba explorar en ella?

–Aisha nació de una imagen: una médica con un pañuelo en la cabeza cuando nació mi hija. Imaginé su historia como española de segunda generación, con un dilema identitario interesante. En la novela, recibe la noticia de la muerte de sus padres y, al mismo tiempo, sabe que está embarazada. Esa tensión entre la vida y la muerte atraviesa toda la novela. La maternidad también puede ser de estabilizadora, y me interesaba explorar esa ambivalencia emocional.

–¿Qué preguntas te hiciste como autor mientras escribías?

–La primera fue si sería capaz de escribir literatura después de tantos años de trabajar en ficción audiovisual. El segundo desafío era que no quería escribir solo un drama. Quería personajes complejos, con conflictos que hicieran pensar más allá de la trama.

–¿Y cuáles son esos conflictos que aparecen en Soma?

–La vulnerabilidad generalizada, la incapacidad de sostener vínculos sanos y la dificultad para ver el sufrimiento ajeno. Me preocupa que cada vez más adolescentes tengan problemas serios y que no sepamos detectarlo. Las redes sociales ocultan los verdaderos conflictos. Esa desconexión emocional, esa imposibilidad de leer al otro, es central en la novela, más allá de su trama policial.

–¿Qué te gustaría que se lleve el lector después de leer la novela?

–Ojalá dos cosas, que no son excluyentes: que disfrute con la novela, que le resulte ágil, pero que también deje una marca, que no se olvide fácilmente. Me gustaría llegar a un público amplio.

Emilio Díez López básico

  • Nació en Madrid, en 1975. Es guionista y escritor.
  • Licenciado en Derecho y diplomado en Guión por la ECAM, ha participado en series como Periodistas, El Internado, La Casa de Papel o El Embarcadero.
  • En 2025 publicó su primera novela, Soma, un thriller psicológico.

Soma, de Emilio Díez (VR Editoras).