El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que la próxima semana cumplirá 80 años, ha confirmado este jueves que pretende concurrir a las elecciones que Brasil celebrará en octubre de 2026 para conquistar un cuarto mandato. El izquierdista ya coqueteaba con la idea de la reelección, pero nunca hasta ahora había sido tan categórico. Si vence, gobernaría hasta finales de 2030 y abandonaría la presidencia con 85 años.
El político brasileño más importante del XXI ha realizado el anuncio al otro lado del mundo, a más de 16.000 kilómetros de casa, durante una visita de Estado a Indonesia que acaba de empezar. “Quiero decirles que voy a cumplir 80 años, pero pueden estar seguros de que tengo la misma energía que cuando tenía 30. Y voy a disputar un cuarto mandato en Brasil”, ha afirmado Lula en Yakarta, durante su comparecencia ante la prensa junto a su homólogo, Prabowo Subianto.
Indonesia es un importante aliado del Sur Global que también pertenece a los BRICS y es un valioso mercado en estos tiempos de guerra arancelaria con Estados Unidos. El mandatario brasileño viajará desde allí a Malasia para participar en la cumbre de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático). El Gobierno de Lula trabaja para que en paralelo a la cumbre se celebre, el domingo, la esperada reunión cara a cara entre Lula y el presidente Donald Trump. Ambos conversaron por teléfono hace un par de semanas y el brasileño le pidió que elimine los aranceles del 50% con los que ha penalizado las exportaciones.
En los últimos meses, Lula ha ido dejando clara su intención de buscar un cuarto mandato pese a su edad. Los temores de reeditar el desastre de Joe Biden y su retirada tardía parecen olvidados. El presidente de Brasil goza de buena salud y hace ejercicio, como le gusta mostrar en redes. Pero hace diez meses tuvo que ser operado de emergencia por una hemorragia cerebral, secuela de una caída doméstica. Su tercer paso por quirófano en este mandato. En 2022 le extirparon un nódulo en la laringe, años después de superar un cáncer de garganta, y en 2023 le colocaron una prótesis de cadera.
Lula espera reiterar en persona a Trump, el domingo, el día de su 80 cumpleaños, su petición de que retire los aranceles del 50% que impuso a Brasil en agosto. Este jueves en Indonesia, el presidente brasileño ha vuelto a la carga con uno de los asuntos que toca un nervio de Trump, la posibilidad de dar la espalda al dólar: “Indonesia y Brasil no quieren una segunda Guerra Fría”, ha declarado. “Queremos libre comercio. Es más, tanto Indonesia como Brasil están interesados en discutir la posibilidad de comerciar entre nosotros utilizando nuestras monedas”, informa el diario Estadão.
Trump argumentó al imponer el gravamen más alto del mundo a Brasil que el expresidente Jair Bolsonaro, aliado del estadounidense y jefe de la oposición, era víctima de una caza de brujas. El Supremo hizo oídos sordos a esa formidable presión y condenó a Bolsonaro a 27 años por liderar un golpe de Estado para aferrarse al poder en 2022. La conspiración incluía planes de matar a Lula, legítimo vencedor de los comicios.
El tarifazo de Trump tuvo un efecto bumerán. Aupó a Lula en las encuestas mientras Bolsonaro, que está en prisión domiciliaria e inhabilitado, perdía apoyo popular. Gracias a esa coyuntura, Lula vive un momento dulce tras una grave crisis de popularidad al inicio de este año. Además, ni el Partido de los Trabajadores ni la izquierda tienen un candidato que se acerque siquiera a la fortaleza electoral que Lula demuestra en las encuestas. El veterano político nunca ha permitido que surgiera otro dirigente que pudiera hacerle sombra.
Lula, metalúrgico y sindicalista antes de entrar en política, fundó el Partido de los Trabajadores en los años ochenta junto a una alianza de sindicatos, cristianos de base e intelectuales. Tras varios intentos fracasados, ganó sus primeras elecciones presidenciales y gobernó Brasil durante dos mandatos consecutivos (2003-2011), con la lucha contra la pobreza como principal bandera. Cinco años después, el PT era desalojado del poder mediante el impeachment a la presidenta Dilma Rousseff. Durante la década larga que estuvo alejado del poder, Lula vivió el momento más amargo de su vida política: estuvo un año y medio encarcelado, condenado por corrupción en un caso que, años después, fue anulado por el Tribunal Supremo.
En 2022, con 77 años recién cumplidos, obtuvo un tercer mandato al vencer al ultraderechista Jair Bolsonaro en las elecciones más reñidas de la historia brasileña. Ganó por menos de dos puntos y sin mayoría parlamentaria. En cualquier caso, culminaba ahí una espectacular resurrección política personal que llevaba a la izquierda de regreso al poder. Y su intención es prolongar su carrera política otro lustro.