«Estaba hasta las cejas de EPO»

«Estaba hasta las cejas de EPO»

El danés Bjarne Riis puso otra vez el foco de atención sobre el capítulo más oscuro de la historia del ciclismo profesional. El ganador del Tour de Francia de 1996 admitió una vez más que corrió dopado esa edición de la prueba gala y revivió el escándalo del doping sistemático que fue habitual en este deporte durante la década del ’90 y principios del 2000.

«Estaba completamente dopado y sabía lo que hacía. Estaba hasta las cejas de EPO», aseguró el ex integrante del Team Telekom, en una charla sobre ciclismo que se realizó en Copenhague.

Y agregó: «No me avergüenzo de ello, en aquellos tiempos se hacía eso. No me arrepiento porque era lo habitual en esa época y en un sistema que todos habíamos aceptado en silencio».

No fue la primera vez que el danés, que conquistó en ese Tour su único título en Grandes Vueltas, reconoció que usó sustancias prohibidas durante su carrera profesional.

En 2007, en medio de una ola de confesiones de sus ex compañeros de equipos, admitió que entre 1993 y 1998 había tomado EPO (eritropoyetina), una hormona que aumenta la cantidad de glóbulos rojos en la sangre y con ello la cantidad de oxígeno que llega a los músculos, mejorando el rendimiento aeróbico.

«Si, tomé EPO. Era parte de la vida cotidiana de un ciclista. Todos lo hacían», aseguró en esa ocasión quien fue el primer campeón del Tour en decirlo abiertamente.

Riis explicó que él mismo había tomado la decisión de doparse. «Yo la compré y yo la tomé. Asumo totalmente la responsabilidad de mis acciones. Sabía lo que hacía», afirmó. Aunque se negó a hablar de los otros ciclistas del Telekom y señaló que los médicos del equipo, que en ese momento estaban en el ojo de la tormenta, solamente se ocupaban de controlar que los corredores no se sobrepasaran con la cantidad de droga que usaban.

«Hasta ahora no había sentido la necesidad de confesar nada. Pero los recientes acontecimientos le han dado nueva actualidad al tema», aseguró, aludiendo a las confesiones de varios de sus ex compañeros, como los alemanes Rolf Aldag, Udo Bölts, Christian Henn y Erik Zabel, que habían aceptado el dopaje meses antes.

«He venido aquí como persona privada para dejar atrás el pasado y poder construir algo para el futuro», cerró sin mostrar remordimientos sobre su transgresión.

Con la admisión de Riis, los tres corredores que habían subido al podio en el Tour de 1996 quedaron pegados al dopaje. Porque el francés Richard Virenque, que fue tercero, había sido implicado en el caso de su equipo Festina, que estalló en 1998. Y Jan Ullrich, también del Telekom, era una de las estrellas del pelotón internacional involucradas en la investigación de la Operación Puerto, que comenzó en 2006 y sigue abierta. Aunque el alemán, segundo en la edición de 1996 de la vuelta gala y campeón al año siguiente, nunca habló sobre las acusaciones en su contra.

Tras su confesión, la Unión Ciclista Internacional (UCI) exigió que Riis devolviera el maillot amarillo, símbolo de su victoria en el Tour. «Está en el garage de mi casa y pueden tenerlo cuando quieran. No tiene ningún valor, lo que tiene valor para mí son los recuerdos», respondió el danés.

Aunque como su admisión llegó más de una década después de su triunfo y los casos de dopaje prescriben a los ocho años, la UCI nunca le abrió un expediente y oficialmente no puede borrarlo de la lista de campeones. Por eso, Riis sigue figurando como ganador de esa edición de la «Grande Boucle».

«Desde un punto de vista disciplinario, no se lo puede despojar del título, pero es posible no mencionarlo más. Por lo que admitió, él no ganó ese Tour», explicó la UCI en ese momento.

Su nombre sí desapareció durante un tiempo del libro oficial de récords del Tour. «Consideramos filosóficamente que ya no puede afirmar que ha ganado», informó la organización de la prueba poco después de aquella primera conferencia del danés. Pero al año siguiente, lo incluyó nuevamente, con un asterisco que advertía sobre el doping.

Riis, que con su triunfo puso fin a la hegemonía de Miguel Indurain y evitó el sexto festejo al hilo del español en la prueba francesa, llegó a decir alguna vez que no se sentía «digno de esa victoria». Pero casi diez años después de haber reconocido el dopaje, volvió a asegurar que no se arrepiente de lo que hizo y abrió otra vez ese doloroso capítulo que el ciclismo profesional sigue sin poder dejar atrás definitivamente.