Gaza: el eco inmortal de 1967 | Opinión

Gaza: el eco inmortal de 1967 | Opinión


Setenta y seis años después de la Guerra de los Seis Días (junio 1967), la Resolución 242 de la ONU sigue siendo la columna vertebral del derecho internacional en Oriente Medio: dispuso la retirada de los territorios ocupados por Israel y el reconocimiento mutuo de Estados y paz dentro de fronteras seguras.

Perú, junto a otras naciones, la propuso y la sostuvo con fe democrática por más de siete décadas. Hoy permanece inaplicada. Sigue “en el papel”, mientras el mundo parece preguntarse si su aplicación ayudaría.

¡Claro que sí!​

En aquella Asamblea General de la ONU (1967), el representante del Perú fue mi padre, el ex canciller Enrique García Sayán, quien, como ministro de Relaciones Exteriores en 1947, había jugado un papel crucial en articular el voto latinoamericano en pro de la decisión de la ONU de crear el Estado de Israel.

Dos momentos (1947/1967) separados por dos décadas que muestran la vocación del Perú y otros países latinoamericanos de apostar por soluciones multilaterales en escenarios tensionados.

Movidas recientes de Europa: ¿acción real o teatro diplomático?

Desde esos tiempos a los de ahora, ¿hacia dónde apunta Europa?

En Francia, Emmanuel Macron anunció que reconocerá, con condiciones, el Estado de Palestina durante la 80.ª Asamblea General de la ONU, setiembre de 2025. Gesto celebrado por quienes exigen “voz y dignidad”, pero tachado de insensato por la administración de Marco Rubio, que lo interpretó como “recompensa a Hamás” y una traba a cualquier alto al fuego.

En el Reino Unido: desde mayo, Londres suspendió negociaciones de un tratado comercial con Israel, impuso sanciones a colonos en la Cisjordania ocupada y convocó al embajador israelí. En julio, amenazó con reconocer a Palestina si no se acordaba un cese al fuego, canceló licencias de exportación de armamento y el ministro David Lammy criticó la obstrucción israelí a la ayuda humanitaria, insinuando violaciones al derecho internacional. En fin, dando pasos.

En Alemania, Berlín suspendió —¡al fin!— toda exportación militar que pudiera usarse en Gaza, un quiebre inédito en décadas. El canciller Friedrich Merz lo justificó como respuesta inmediata al plan de tomar Gaza y desplazar a cientos de miles. Aunque mantiene suministros defensivos contra Irán, el mensaje a Netanyahu fue claro: la amistad no ampara abusos de poder.

Una Europa que habla fuerte… con los dedos cruzados

El 9 de agosto, ministros de Relaciones Exteriores de Francia, Alemania, Reino Unido y otros, firmaron una declaración condenando la expansión de la ofensiva israelí, alertando sobre el deterioro humanitario, el peligro para los rehenes y el riesgo de desplazamientos masivos. España, por su parte, calificó a la ocupación como “completamente ilegal” y reconoció que Europa ha actuado “demasiado poco, demasiado tarde”.

​Mientras tanto, Netanyahu responde con planes renovados de ofensiva sobre Gaza, ofreciendo promesas vacías de “zona de seguridad” y administración civil. Mientras la ONU advierte sobre una crisis alimentaria catastrófica, con muertes por inanición en aumento —98 niños desde julio— y protestas internacionales que ya no son susurros, sino rugidos. ​

En 1967, Perú y otros países latinoamericanos defendieron principios que protegían dignidad y derecho. Hoy, sanciones selectivas, reconocimientos condicionales y redes diplomáticas demuestran que el espíritu de la Resolución 242 solo sobrevive si se invoca con coraje real, no con discursos huecos.

Momento de sacar la 242 del archivo y dar el paso de su aplicación. La ocupación debe terminar como llevan a concluir análisis que emergen hasta de la propia sociedad israelí.

Desde Israel: el objetivo es “destruir a la sociedad palestina”

Yuli Novak, directora de la ONG israelí B’Tselem pide a los líderes mundiales, desde Israel, que frenen a un régimen que considera que todo está permitido bajo el argumento de la “autodefensa” y que pone en peligro tanto a palestinos como a sus propios ciudadanos.

Novak, de 43 años, destaca, con todas sus letras, que el objetivo del gobierno de Netanyahu es “destruir a la sociedad palestina en Gaza” e indica que se ha aprovechado el “trauma colectivo” de los atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023 para reforzar un “sistema de apartheid, opresión y ocupación que no puede funcionar, y es básicamente peligroso para todos”.

Sin pelos en la lengua lamenta “que mi país está cometiendo un genocidio”. Con una conclusión dura y contundente: “un genocidio no es algo que comienza de la nada. Echemos la vista atrás y miremos los 75 años de apartheid, hipermilitarismo e impunidad casi completa para los israelíes, sean civiles o soldados, que hacen daño a los palestinos. Esto se junta con el Gobierno más derechista y extremo de la historia de Israel y finalmente, llega el detonante del 7 de octubre de 2023. Así se pone en marcha este proceso”.

“Es el momento de que los líderes del mundo se pongan de pie y hagan todo lo que esté a su alcance para detener a este régimen ilegítimo, que debe ser marcado como genocida”, pidió Novak esta semana en Jerusalén. Todo dicho.