«Hay una mayoría social que no está de acuerdo con la crueldad del proyecto de Milei» | Entrevista a Juan Monteverde, ganador de la elección en Rosario

«Hay una mayoría social que no está de acuerdo con la crueldad del proyecto de Milei» | Entrevista a Juan Monteverde, ganador de la elección en Rosario

Desde Rosario

Juan Monteverde ganó las elecciones al Concejo de Rosario encabezando una construcción política que nucleó a un amplio sector del peronismo y la centroizquierda. En medio de los festejos, el dirigente dimensionó el triunfo: el frente Más para Santa Fe se impuso al sector del intendente Pablo Javkin y del gobernador Maximiliano Pullaro, así como también al partido del presidente Javier Milei. En ese marco, el dirigente se ilusiona con gobernar la ciudad a partir de 2027, aunque reconoce que para eso es necesario trabajar para recomponer la relación entre la política y la vida cotidiana de la gente, en un escenario donde la mitad del electorado no votó en la provincia. «Mientras ese vínculo este roto, la representación política va a ser imposible», sostuvo. En diálogo con Página/12, el dirigente analizó el triunfo en Rosario y consideró que la experiencia también deja un mensaje a nivel nacional. «Para nosotros es un orgullo ser la primera ciudad del país que le pone un freno al proyecto de crueldad de Milei», evaluó.

–Consolidado el triunfo, remarcaban que le ganaron al partido del intendente, el gobernador y también al del presidente. ¿Qué marcan esos resultados?

–La elección tiene una doble dimensión. Por un lado, una dimensión local porque hace 30 años que la oposición no ganaba una elección en la ciudad y 40 que gobierna el mismo frente político. Entonces, lo que se rompió es esa idea que parecía naturalizada y esta victoria nos deja en la puerta de poder gobernar la ciudad en 2027. Por otro lado, el contexto nacional en que se da esta victoria: hay una crisis de imaginación política de nuestro campo, a partir de lo que significó la llegada de Milei al poder. Desde que eso sucedió vengo dando una discusión muy fuerte con la dirigencia política, insistiendo en que la sociedad no se derechizó, sino que hay una crisis de representación política. Son dos diagnósticos distintos.

–¿En qué se diferencian?

–Si se impone la idea de que la sociedad se derechizó, entonces la responsabilidad no es de la clase política que no puede representar, sino de la sociedad. Entonces, la política puede hacer dos cosas: o hace lo mismo que gran parte del sistema político, que es derechizarse, o espera a que la sociedad recapacite. Ninguna de las dos son las opciones que nosotros queremos. Creemos que hay una mayoría social que no está de acuerdo con lo que está pasando. No nos fuimos a dormir creyendo en la justicia social y nos despertamos creyendo en la escuela austríaca. Lo que pasa es que la gente no se siente representada. Peor aún: cree que no hay un vínculo entre lo que pasa en la política de palacio y en su vida cotidiana. Mientras ese vínculo este roto, la representación política va a ser imposible. Por eso va cada vez menos gente a votar.

–En ese marco de crisis de representación, ¿cuál es la importancia de la victoria del domingo?

–Nosotros logramos conformar un frente que es inédito en la Argentina, donde está el peronismo como articulador, pero donde hay otros partidos políticos como Ciudad Futura, que es el que nosotros fundamos, junto a otras expresiones partidarias, movimientos sociales y sindicatos. Hay una representación política y social muy amplia que es capaz de interpelar a amplios sectores y empezar a saldar esa crisis de representación. Creo que el desafío que tenemos es ir a buscar a esa mitad que no fue a votar. Todos esos votos son votos que no están de acuerdo con los gobiernos. Para nosotros es un orgullo ser la primera ciudad del país que le pone un freno al proyecto de crueldad de Milei. Pero también hay muchos votos de descontento que no fueron a votar y que nosotros podemos representar de manera potencial. Eso vamos a ir a buscar hacia 2027.

–¿Cómo se trabaja para recomponer el vínculo entre la gente y la política?

–Para nosotros la idea de la construcción es desde abajo hacia arriba. Es decir, desde las ciudades. Esa es una hipótesis de construcción política que apunta a saldar esta distancia que hay entre la política y la gente, y abordar esta crisis de la democracia. Gobernar de manera diferente no es gobernar solamente con políticas en favor de las mayorías, sino inventando nuevas formas de participación directa, de cogestión entre el Estado y la sociedad, algo que nosotros encaramos mucho en nuestros proyectos. En la sociedad hay mucha comunidad que hay que ir a reforzar y con esa forma de gestión podemos hacer ese Estado más eficiente que hoy estamos discutiendo. Nosotros defendemos lo público, pero también entendemos que este Estado no está dando las respuestas y por eso también la democracia está en crisis como una promesa incumplida. Nuestro objetivo es ganar Rosario para que la ciudad sea un gran laboratorio a cielo abierto de una democracia diferente, que corra el límite de lo posible y que la política, el Estado y el gobierno vuelva a hablar de los problemas de la gente. Creo que cuando la gente vea que la política habla de eso, va a volver a participar.

–Dejaste en claro que tu objetivo es la intendencia en 2027. ¿Cuál es la impronta de esa ciudad para la que vienen trabajando?

– La Rosario que imaginamos es una ciudad donde todo aquel que trabaje pueda tener una vivienda. Para mí, no hay nada más fundamental para la realización del proyecto individual de las personas que la posibilidad de tener una casa propia y saber que no tenés que dejar el 50% del salario en un alquiler. A eso se le suma la posibilidad de tener transporte público y no depender de un auto particular, de poder vivir cerca de tu trabajo, de tener acceso al esparcimiento, de tener una ciudad descentralizada donde, sin importar en qué barrio hayas nacido, todos tengan las mismas posibilidades de desarrollar el proyecto de vida. Todas esas cosas se pueden materializar en la ciudad y la única forma de convencer es con ejemplos concretos. Como fuerza social venimos materializando proyectos que muestran, ahora en el presente, pedazos de sociedad que queremos para mañana. Lo podemos hacer a escala local poniendo nada más ni nada menos que el segundo municipio de Argentina en función de esa forma de gobernar y de esa cultura política.

–Hiciste un llamado al diálogo con el intendente. ¿Pudiste hablar con él después de la elección? ¿A qué apunta esa convocatoria?

– Hace dos años, cuando casi ganamos las elecciones a intendente, de forma unilateral el intendente cortó el diálogo y empezó a aplicar una mayoría automática en el Concejo. Todo lo que antes se debatía ya no se debate y fuimos a un proceso mucho más autoritario y vertical. Esa ciudad terminó ayer. Por eso, antes de los resultados, para que no haya una cuestión de especulación política, le escribí al intendente para decir que debíamos retomar el diálogo, porque si bien no tengo dudas de que Rosario va a cambiar en 2027, la gente no puede esperar dos años para empezar a resolver sus problemas. Yo le dije que estaba a disposición para reunirme a partir de hoy. Me dijo que estaba de acuerdo y que me iba a llamar. La pelota está de su lado.

–¿Deja un mensaje para el peronismo nacional la victoria de ayer?

–La unidad es una condición sine qua non, porque los resultados electorales mostraron que todos los que fueron por fuera no consiguieron los objetivos que buscaban. Sin embargo, con la unidad no es suficiente. También tiene que haber renovación, que es lo que la sociedad está exigiendo. Esa renovación no es solamente de caras y de nombres, sino de ideas y de cultura política. Hay que recuperar la imaginación política y hacer las cosas de otra manera. Ese camino empezamos a recorrer en Rosario y que creo que es el que tiene mucho para aportarle a la política nacional. Por eso, para mí es una alegría que en medio de tanta tristeza y bronca por lo que está pasando, nuestra victoria sea un soplo de aire fresco y una imagen de esperanza para mucha gente que no está dispuesta a resignarse ni a bajar los brazos.