Juana Azurduy, la más conocida guerrillera altoperuana

Juana Azurduy, la más conocida guerrillera altoperuana

El 12 de julio de 1780, nace en Chuquisaca Juana Azurduy de Padilla. Heroína de la independencia del Alto Perú, hoy Bolivia. Fue teniente coronel del Ejército de la Independencia y luchó en las guerras de independencia hispanoamericanas por la emancipación del Virreinato del Río de la Plata contra la Monarquía española y asumió la comandancia de las guerras que conformaron la denominada Republiqueta de La Laguna.

Se casó con Manuel Asencio Padilla y participó a su lado en todas las acciones de guerra por la libertad de América. Murió en la pobreza el 25 de mayo de 1862.

Juana Azurduy fue solo una de los tantos guerrilleros altoperuanos que combatieron por la independencia. Podemos nombrar a Manuel Ascencio Padilla, Ignacio Warnes, Juan A. Álvarez de Arenales, Juan Fernández Campero (el Marques de Yavi), Juan Bautista Elias, José Miguel Lanza, José Ignacio Zárate y Miguel Betanzos, entre otros.

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La región del Alto Perú se constituyó en el escenario más dinámico y complejo de las luchas entre el ejército peruano y el de la Provincias Unidas del Sud entre 1810 y 1825, pero la historiografía liberal despojó de todo rol protagónico al Alto Perú en la lucha independentista, para otorgarles la exclusividad a las tropas enviadas desde Buenos Aires, pese a que (en los límites del Virreinato del Río de la Plata) la actual Bolivia fue el escenario de más del 80% de las batallas hasta el fin del dominio español en América.

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“El principal centro poblacional y socioeconómico de la región era la Villa Imperial de Potosí, distante 1750 kilómétros de Buenos Aires. Si bien su época de esplendor ya ha¬bía pasado, todavía su Cerro Rico nutría de plata a las arcas coloniales, y su Casa de Moneda se constituirá en objeto de deseo tanto para los revolucionarios como para los realistas. La ciudad se encuentra a 630 kilómetros aproximadamente de Jujuy, pero de un camino mucho más complicado que el existente entre este último punto y el Río de la Plata. De Potosí hacia el norte, Lima se encuentra a una eternidad: 2500 kilómetros de camino montañoso a más de 3000 metros de altura promedio. A la distancia y el problema de la altura, se les sumaba el factor de la escasísima vegetación y la nula presencia de ganado vacuno, elemento central en la alimentación de las poblaciones pampeanas. Las complicaciones logísticas para asegurar el suministro de pertrechos (vestuarios, armas, municiones, alimentos, etcétera) fueron un aspecto determinante a la hora del avance de los ejércitos enviados desde Buenos Aires. En suma, el escenario bélico del Alto Perú nunca fue muy atractivo para el poder central de Buenos Aires y sus soldados. Por más que la conducción estratégica se empeñara durante cin¬co años en avanzar hacia Lima por esa vía, los fracasos militares de Balcarce en Huaqui (1811), Belgrano en Vilcapugio y Ayohuma (1813) y Rondeau en Sipe-Sipe (1815) demostraron que esas dificultades eran insalvables.El tercer actor protagónico de esta gesta fueron los caudillos. En un relevamiento publicado hace ya algunos años, Emilio Bidondo enumeraba 125 caudillos que operaron en el Alto Perú entre 1809 y 1825. El listado, como lo indica el propio historiador, es incompleto, pero grafica el extendido fenómeno de la guerra de guerrillas que caracterizó a la lucha en la región”. (Pablo Camobli, Pueblo y guerra).

El poder español, salvo breves momentos tuvo en sus manos esta región y acumuló en ella ejércitos numerosos y bien armados para invadir (en varios intentos) el territorio rebelde y tratar de someter a los gobiernos con sede en Buenos Aires. Le reconocemos a Martín de Güemes la defensa de la frontera Norte, pero también debemos reconocer la constante lucha de los guerrilleros altoperuanos que impidieron a los ejércitos del Rey poder poner todas sus fuerzas al servicio de esas invasiones.

La Historia oficial olvido estos héroes quizá porque eran “bolivianos”, puede ser porque eran ejércitos de cholos o indios, de pobres y campesinos o porque además, querían lograr la independencia no solo de España, sino también de la oligarquía ganadera y de la élite importadora de Buenos Aires. Pero salvaron la incipiente independencia con batallas decisivas como la de La Florida (1814), que da nombre a la peatonal más antiugua y famosa del centro porteño

*autor de “Los orígenes de la dependencia argentina”