Las ilusiones que expuso en un streaming el ministro Federico Sturzenegger sobre un país sin controles sanitarios de los alimentos y las medicinas fueron incriminatorias. Plantear esa situación como deseable cuando se produjeron 96 o más muertes por la infección con un medicamento y hay numerosos internados por la intoxicación con quesos podridos, resulta lo más parecido a una confesión.
Sturzenegger explicó en una conferencia que dio en Estados Unidos hace varios años, cómo había mentido en su campaña para diputado por el macrismo. “No propongas nada, no digas nada de lo que vas a hacer. Si te preguntan sobre la inflación, hay que hablar de cualquier cosa, de tu familia o de tus hijos”. Mientras explicaba los consejos de su coach asesor, Sturzenegger sonreía al público por la picardía de mentirle a los votantes.
Después denunció que el macrismo lo había tomado como chivo expiatorio. Aún así, se anotó en la campaña de Patricia Bullrich y después cayó con Javier Milei. Al principio había estado con Fernando de la Rua. Pero en medio de la crisis por el fentanilo y los quesos podridos, este personero de los fracasos del delarruismo y del macrismo, describió, en un streaming ultraoficialista, los jadeos orgásmicos de Javier Milei cuando le llevó la pila de documentos para la ley Bases. Los describía mientras acariciaba una copia de la pila que había excitado al Presidente.
En esos papeles estaban las bases para la destrucción de los organismos de control. Buen alumno de su coach de su época macrista, Sturzenegger insistió con la mentira y responsabilizó a la ANMAT por la muerte de tantas personas. Pero el organismo resolvía alrededor de 900 trámites por mes y desde que asumieron Milei y Sturzenegger, la meta fue bajar la cantidad de trámites a menos de la mitad por reducciones de personal y de atribuciones. Y las más recortadas fueron las inspecciones presenciales.
Más allá del proceso que desembocó en esta tragedia y que investiga el juez federal de La Plata, Ernesto Kreplak, en las declaraciones del ministro de Desregulación y Transformación del Estado se entiende que, desde la perspectiva libertaria, un organismo encargado del control sanitario condiciona la producción de remedios y alimentos y obstaculiza la libre empresa. O sea: si alguien fabrica quesos podridos, el público optará por comprar otra marca de quesos (después que mandaron a unos cuantos al hospital).
La explicación que dio fue más absurda todavía. “Yo voy tranquilo porque la ANMAT me dice que está controlando, pero no controla. Suponiendo que no existiera, entonces yo me cuidaría y le preguntaría a mi médico cuál remedio me conviene”. En el caso que no existiera la ANMAT, el médico, que sabe la composición del remedio y su función, pero no sabe de laboratorios ni de envases ni de procedimientos de elaboración, le va a responder según cuál mató a menor cantidad de pacientes.
En la mentira hay una carga de perversidad que no se compadece con las decenas de muertos que provocó el afán de destruir al Estado. Buscar excusas en el kirchnerismo es una confesión de que no tienen excusas. No existen países que no tengan su propia ANMAT. Estados Unidos tiene la todopoderosa FDA (Administración Federal de Alimentos y Medicamentos).
Lo mismo sucedió con Vialidad. Las rutas están en ruinas porque no tienen mantenimiento desde que asumió este gobierno y las agencias de turismo aconsejan no viajar en automóvil. O con el SENASA, que se encarga del control sanitario de animales y de la producción agropecuaria en general. El relajamiento de sus disposiciones hizo que se derrumbaran las ventas de carne al exterior por el temor de los compradores a que la carne argentina estuviera infectada. Chile anuló sus compras y México bloqueó la carne de diez frigoríficos argentinos por no satisfascer los requerimientos sanitarios. La exportación de carne se redujo 18 por ciento.
Al día siguiente de sus declaraciones en el canal de streaming, Sturzenegger tuvo que comparecer ante otro periodista ultraoficialista y aclaró que “no se refería a esta ANMAT, sino a la del kirchnerismo, porque son las mismas prácticas”. La partida del medicamento tóxico se fabricó y distribuyó entre 2024 y 2025, durante este gobierno. El kirchnerismo no tiene nada que ver, pero hay que mentir y forzar para meterlo por la ventana.
El ministro puso como ejemplo la supuesta demora del gobierno argentino para comprar la vacuna de Pfizer durante la pandemia. En vez de mentir, debería respetar la memoria del entonces ministro de Salud Ginés González. Brasil y Chile compraron Pfizer, que demoró tanto la entrega, que tuvieron que comprar una vacuna china de muy poca eficiencia. Argentina fue uno de los primeros países en vacunar a su población. Y, en relación, tuvo menos muertes a causa del Covid, que esos dos países.
Como lo ha hecho antes la derecha, Milei usó en forma miserable esta tragedia en su discurso de campaña del jueves. Describió a Ariel García Furfaro, el empresario dueño de los laboratorios del fentanilo infectado como “eterno socio del kirchnerismo” y para demostrarlo destacó que el juez Kreplak es hermano del ministro de Salud de Axel Kicillof, Nicolás Kreplak. Pero las intoxicación y las muertes se produjeron durante esta administración. En un mensaje, el juez Kreplak le pidió que por respeto a las víctimas no politice la tragedia, aunque ésta es la única vía que encontró el gobierno para no asumir la responsabilidad que le compete.
De lo único que habló Milei en el acto de largada de la campaña electoral bonaerense fue del kirchnerismo, para acusarlo por el fentanilo en mal estado, como de todos los desastres que ocurren en el país desde que asumió Milei. No hubo otro tema. Los libertarios insistieron en su intento de arrebatarle al movimiento de derechos humanos el Nunca Más como consigna.
Si realmente aplicaran el Nunca Más, ellos serían los más perjudicados porque varios de sus candidatos, como el de la tercera sección, Maximiliano Bondarenko y el inefable José Luis Espert no ocultan su respaldo a los genocidas.
Había varios problemas con Espert, confirmado en el primer lugar de la lista de candidatos a diputados por la provincia de Buenos Aires. Espert tiene poco conocimiento a pesar de que intervino en campañas bonaerenses desde 2019, cuando sacó el dos por ciento. Después se asoció con Carolina Píparo y subió al 7 por ciento, hasta que se incorporó a La Libertad Avanza. Pero el lastre más pesado son sus relaciones con un empresario acusado de narco por Estados Unidos, país que pidió su extradición, y preso en la provincia de Río Negro.
Arrastra ese antecedente nefasto desde la campaña de 2019. El empresario argentino, Fredy Machado, acusado de narcotraficante por la justicia de los Estados Unidos, aportó a la campaña de Espert 2,5 millones de dólares, aviones para transportar a los candidatos y una camioneta 4×4 blindada que usó el candidato para trasladarse.
Machado respaldó a otros candidatos de derecha en Centroamérica y centenares de aviones de su empresa circulaban por América Latina con matrícula de los Estados Unidos. El empresario también tiene denuncias por estafas en la compra y venta de aviones.
Lo más extraordinario del caso fue que si bien el partido de Espert era mínimo, los dos millones y medio de dólares se terminaron misteriosamente antes del final de la campaña. En esa época, Espert y Milei eran enemigos acérrimos, aunque ahora el Presidente olvidó ese pasado, le otorgó el título de fantasía de “profesor” y lo impuso como candidato. Espert y Milei se conocen desde 2017 cuando ambos buscaban un lugar en la política desde los pequeños grupos de ultraderecha.