¿Qué nos ocultan los políticos? ¿Cómo toman sus decisiones? ¿Qué sucede en la habitación donde se mueven los hilos? Quizá la inestabilidad política y la polarización de la sociedad, junto a las preguntas anteriores, sean motivos que expliquen la cantidad de thrillers políticos en la televisión. No faltan los ejemplos recientes, desde La diplomática (muchas ganas de ver en octubre cómo continúa) hasta Día Cero, desde Sucesor designado hasta Borgen, o incluso yendo un poco más atrás, House of Cards. Los “líderes del mundo libre” tienen una facilidad pasmosa para verse en las situaciones más rocambolescas.
El último ejemplo lo ha traído esta semana Netflix (curiosamente, todas las mencionadas son o han terminado en la plataforma de la N, experta en saber qué nos tragaremos irremediablemente, aunque en ocasiones reneguemos de ello). Rehén tiene dos buenas protagonistas, las actrices Suranne Jones y Julie Delpy, reclamo suficiente para que prestemos atención. Sus cinco episodios, sin embargo, son un ejemplo perfecto de una serie del montón, de esa hamburguesa de queso gourmet que a la plataforma le gusta tanto ofrecer en su menú: un producto tremendamente comercial con un toque diferencial. Eso sí, como las hamburguesas de queso, un día después es difícil distinguirlas unas de otras.
El punto de partida de Rehén es una cumbre entre la primera ministra británica y la presidenta de Francia. Los planes se alteran cuando el marido de la británica, de misión humanitaria en la Guayana Francesa, es secuestrado junto con sus compañeros, y quienes los retienen exigen la renuncia de su esposa. Al mismo tiempo, la presidenta francesa es extorsionada con un vídeo íntimo. A partir de ahí, tenemos los oportunos giros y situaciones a vida o muerte de un thriller que intercala sin sonrojarse elementos culebronescos.
Sin embargo, sus cinco episodios dejan la sensación de que era mucho más interesante la serie que solo se esboza, la que había detrás. Porque todo sucede en un Reino Unido sumido en una crisis sin precedentes de medicamentos. Tal es la situación que la gente está emigrando a Francia, a quienes quieren pedir ayuda. Por el bando contrario, Francia solicita que atraque en territorio británico un barco de refugiados con casos de ébola. Además, la presidenta francesa está casada con un magnate de los medios de comunicación escorado a la derecha. La propia mandataria se apoya en lo que define como “mayoría silenciosa que valora la identidad nacional”, y las protestas por sus políticas antiinmigración la acompañan allá donde va. Quizá ahí tenía Netflix una serie más interesante que en la trama, tan delirante como adictiva, que termina siendo Rehén.