La figura de Lamine Yamal no pasa desapercibida ni siquiera en los partidos más desagradables como el que el Barcelona disputó en Mallorca. Hubo dos encuentros en uno: el que ganó con autoridad el equipo de Flick y el que perdió el de Arrasate. La contienda quedó partida por el árbitro en una tarde-noche sofocante con 32º. Hasta el 0-2, hubo tiempo para contemplar al Barça y a Lamine. El extremo ya lanza incluso las faltas en el intento de encontrar el gol que se niega desde los tiempos de Messi. No lo encontró todavía después de un excelente surtido de jugadas que acabaron con los tantos de Raphinha y Ferran. Asegurada la victoria, se regularon Lamine y el Barça y sobresalieron la entereza y dignidad del Mallorca. Hasta que al final reapareció Lamine para recordar que seguía en el campo y anotar un sobresaliente 0-3.
Los barcelonistas vistieron la camiseta verde de la pasada temporada y evocaron de inicio el juego del campeón de Liga. Ahora mismo es un equipo reconocible, de fútbol fluido, físicamente a punto y más variado a pesar de la salida de Iñigo Martínez. Alcanzaba con ver a Koundé, Olmo y Rashford en el banquillo para valorar a una alineación que empezaba con Joan García, el portero inscrito finalmente de madrugada, y acababa con Ferran en calidad de delantero centro ante la ausencia del lesionado Lewandowski. La formación no tiene más misterio que la del lateral derecho, de momento ocupado por Eric, y la del tercer centrocampista, un puesto que se reparten Fermín y Olmo.
El partido quedó liquidado en poco más de media hora por el genio de Lamine ante la indignación de Son Moix y el asombro del Barcelona. El Mallorca nunca encontró el sitio en la cancha, desquiciado por el virtuosismo del extremo azulgrana y por las decisiones del árbitro, contemplativo y condescendiente en la jugada del 0-2 e intervencionista en las expulsiones de Morlanes y Muriqi. Ninguno de los dos equipos supo cómo jugar un partido de 11 contra 9 desde el minuto 38. La frustración del Mallorca contrastaba con la desorientación del Barça, hasta el punto de que Raphinha muy bien pudo ver la tarjeta roja en lugar de la amarilla por una fea entrada a Mateu Morey.
La superioridad del Barcelona quedó manifiesta desde el inicio con un doble regate y un caño de Lamine Yamal a Mojica que exigió la intervención de Leo Román. La pelota no salía del campo del Mallorca, que renunció a la presión, más pendiente de reducir los espacios que de sorprender con rápidas transiciones el repliegue supuestamente más lento del Barça. La segunda jugada de Lamine acabó con un gol de Raphinha. El brasileño cabeceó en el segundo palo el centro meloso del extremo, absorbente y desequilibrante con su zurda exquisita, el jugador que aceleraba el fútbol paciente y de ritmo sostenido a partir de la sabiduría de Pedri y el saber estar de De Jong.
El desafío permanente de Lamine provocó también por un momento la réplica de Mojica, profundo por su costado, siempre pendiente de conectar con Muriqi. El Mallorca intentaba que el encuentro girara alrededor de su ariete y de Araujo. Hubo un buen rato en que el balón rondó al uruguayo, sustituto de Iñigo Martínez, un central zurdo de mucha personalidad cuya salida ha provocado una cierta orfandad futbolística y anímica en el Barcelona. El balón, sin embargo, solo seguía a Lamine, que remató a la cabeza de Raíllo. El zaguero se quedó caído en el suelo, los futbolistas miraron durante un rato al árbitro, que nada pitó y Ferran dio continuidad al juego con un disparo a la escuadra izquierda de Leo Román.
Nadie supo muy bien qué había pasado ni que pasaría, ni en el Barcelona ni en el Mallorca, hasta que el colegiado concedió el 0-2. Insensible a la bronca, Lamine volvió a correr su banda derecha y fue derribado por Morlanes, que ya había sido amonestado por protestar el tanto de Ferran. Tampoco remitía la ira del Mallorca, que se quedó con dos menos después de que la zurda de Muriqi impactara en el cuello de Joan García y Munuera Montero decidirá su expulsión después de consultar al Var.
El juego se acabó mucho antes de alcanzar el descanso y ya no remontó ni con los cambios, tampoco con el debut de Rashford. El Mallorca supo aguantar en inferioridad numérica y el Barcelona se quedó a mitad de camino entre atacar y defender hasta que en la última jugada compareció Lamine. Tomó la pelota, progresó con su conducción con la zurda por la frontal del área y cruzó una rosca imposible para Leo Román. Un golazo para recordar que la figura del partido era Lamine Yamal y no Munuera Montero.