“Agradecemos al festival de Venecia poder mostrar esta película en la que hemos trabajado tantos años”, dijo Lucrecia Martel al saber que Alberto Barbera, director artístico de dicho festival, había confirmado que Nuestra Tierra tendrá su estreno mundial dentro de la selección oficial, en la sección Fuori Concorso (Fuera de Competencia). “Estamos en momentos de gran desorientación como humanidad, necesitamos revisar el pasado. El futuro es algo que podemos volver a inventar. No hay vida para nadie sin lugar para vivir”. Nuestra Tierra es el quinto largometraje de la directora salteña, y su primer trabajo documental.
De esta manera, Lucrecia Martel regresa al Festival de Venecia donde, en 2017, estuvo como concursante con la película Zama; y en 2019, como presidenta del jurado principal.
Nuestra tierra aborda el crimen del comunero indígena chuschagasta Javier Chocobar, asesinado el 12 de octubre de 2009, en el norte argentino en el marco de una disputa de tierras. Llega el juicio oral y público por el crimen de Javier Chocobar. El video del asesinato, filtrado en internet, aumenta la presión sobre el sistema judicial. Mientras tanto, las voces y fotografías de la comunidad revelan el origen remoto de este crimen, arraigado en una historia de usurpación territorial que se extiende desde la época colonial hasta la actualidad. En 2020, cuando Nuestra Tierra era un proyecto titulado Chocobar, fue premiado con el Leopardo de Oro de la sección internacional del Festival de Locarno.
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Mirada. “El racismo es una invención más sofisticada que un Tesla de Elon Musk o un iPhone de Apple”, dijo Martel en un reportaje que dio hace unos años para IberMedia, en relación a Nuestra Tierra. “Es un sistema de discriminación entre pares, de modo que a unos les va a tocar trabajar para los otros. Arrebatar el tiempo de otro ser humano asignándole tareas excesivas de las que solo va a nutrirse un pequeño grupo requiere de un complejísimo sistema de descalificación que apunta contra el que trabaja. Primero se logra por la fuerza, luego se mantiene con la educación. La violencia es un gasto de energía enorme, por eso el ahorro se produce con la educación. Estoy hablando de una educación que reproduce, justifica y limpia de culpas a quienes van a beneficiarse de ese sacrificio humano, y es la misma educación que intentará convencer al sacrificado de que es justo su padecimiento. Por supuesto nada es perfecto y desde todos los tiempos ha habido resistencia a estos atropellos”.