Milei se celebra a sí mismo junto con sus seguidores en “el evento más antizurdo del mundo”

Milei se celebra a sí mismo junto con sus seguidores en “el evento más antizurdo del mundo”


El lema que publicitó el encuentro lo anticipaba casi todo: “el evento más antizurdo del mundo”. Allí estuvo Javier Milei como principal orador. Derecha fest lo llamaron y convocó en un exclusivo hotel de la provincia de Córdoba, en el centro de Argentina, a unas 2.500 personas que pagaron sus entradas para ver y escuchar de cerca al presidente y a otros referentes de la ultraderecha local. Milei las retribuyó con su libreto habitual: calificó a sus opositores de “mandriles”; atacó a su vicepresidenta, Victoria Villarruel, a quien llamó “bruta traidora”; cantó contra el kirchnerismo; y llamó a sus seguidores a militar con vistas a las próximas elecciones legislativas, para las que se mostró confiado.

Milei no atraviesa su mejor momento. La inestabilidad financiera acecha a su Gobierno y el Congreso, con respaldo de los gobernadores provinciales, intenta ponerle límites a su drástico ajuste fiscal. En ese contexto, llegó este martes a Córdoba, el lugar donde obtuvo un 74% de los votos en la segunda vuelta electoral que lo depositó en la Casa Rosada, en 2023. Y sin agenda institucional, se zambulló en un festival hipervigilado y endogámico. “No apto para kukas [alusión despectiva a los kirchneristas]. No apto para zurdos. No apto para progres. No apto para periodistas ensobrados”, rezaba la difusión del Derecha fest.

El festival tuvo lugar en el hotel Quórum, en las afueras de la capital cordobesa. Las entradas costaban unos 40.000 pesos (cerca de 31 dólares), salvo para policías y agentes de seguridad, a quienes se les ofreció acceso gratuito. Alrededor de las 16.30, los seguidores de Milei comenzaron a llegar en autos y camionetas que colapsaron el estacionamiento. Muchos hombres de traje y mujeres con vestidos y tapados, jóvenes con atuendos más informales; también, aunque eran los menos, personas de aspecto más sencillo. Unos pocos llegaban envueltos en banderas con el nombre del presidente o de su partido, La Libertad Avanza, y alguno con una careta de Milei.

“Vengo a apoyar porque Milei es un cambio para Argentina, los demás políticos son todos chequeras robadas, no podés creerles nada”, se explicaba Martín, un hombre de tonada y metáfora cordobesas. “Milei es una esperanza para nosotros, también queremos libertad”, pedía una pareja llegada desde Chile. “Queremos ver a los tanques en la calle, por eso estamos acá”, desafiaba un joven, sin aclarar si lo decía en serio o en broma, repitiendo una reciente consigna de dirigentes libertarios.

Si bajo un frío nublado e invernal el público hacía fila y mostraba sus boletos con una conducta digna de espectadores de teatro o un calmo concierto, el operativo y las medidas de seguridad parecían, en cambio, propias de un control de migraciones, como si se estuviera ingresando en otro país. La custodia de policías y gendarmes rodeaba todo el inmenso predio. Cada persona que entraba era cacheada y luego revisada con un detector de metales. Todo eso ocurría tranquilamente, sin la estridencia y la euforia que suele derrochar el líder. Apenas se escuchó algún grito aislado contra la prensa, siguiendo el lema que Milei pregona a diario: “No odiamos lo suficiente a los periodistas” y que, como acostumbra con sus muletillas, para ahorrar verba ajusta a siglas: en este caso, NOLSLP.

Dentro del hotel, la bienvenida estaba a cargo de una figura de Milei hecha en cartón, a escala real, y acompañada por otras de Donald Trump, Giorgia Meloni y Nayib Bukele, una expresión del deseo de sostener al argentino entre las estrellas globales de la constelación ultraderechista. Antes de pasar al salón de conferencias, el recién llegado debía pasar por una suerte de feria libertaria, repleta de sucesivos puestos que vendían camisetas, libros, tazas, yerba, chocolates y otras mercancías decoradas con imágenes de Milei y consignas monotemáticas: “enemigos del Estado”, “lágrimas de zurdo”, “qué boludos son los comunistas” y “no apto para mandriles”, entre varias similares.

Figuras de cartón dentro del evento.

Mientras los oradores iban pronunciando sus discursos y el salón se iba llenando, los militantes entraban en calor y daban las primeras notas de un acto político. “Saquen al pingüino del cajón, para que vea, que los pibes cambiaron de idea y llevan las banderas que trajo el león”, cantaba un grupo entusiasta. La exégesis del cantito, remedo de uno que hizo famoso la agrupación kirchnerista La Cámpora, dice que el pingüino sería el expresidente Néstor Kirchner, ya fallecido, y el león sería Milei.

Las charlas preliminares versaron sobre la batalla espiritual -participó una pastora evangélica, aliada de Milei-, la crítica al peronismo y el odio al periodismo -a cargo del español Javier Negre, dueño de La derecha diario, auspiciante del festival-. Luego siguieron el referente libertario Daniel Parisini, alias Gordo Dan, y dos ideólogos ultraderechistas, Nicolás Márquez y Agustín Laje. Para el cierre, pasadas las nueve de la noche, arribó Milei.

Hizo su entrada como una celebridad, abordado por sus fanáticos que le pedían una foto o una firma. Ni bien subió al escenario, arengó a cantar —y cantó él mismo— “saquen al pingüino del cajón…”. El discurso que leyó combinó elogios rotundos a su propia gestión y agresiones a sus detractores. “Hemos hecho el mejor Gobierno de la historia argentina”, se ufanó, antes de alcanzar la mitad de su mandato. Enardecido, cuestionó a los senadores que aprobaron un aumento para las pensiones de trabajadores jubilados —uno de los sectores más afectados por la motosierra— y apuntó contra la vicepresidenta -“bruta traidora”- por no haber impedido la sesión del Senado. Reiteró que vetará la ley.

Llegada de Javier Milei al escenario del Derecha fest, este martes.

En vena proselitista, auguró que “muchos se van a sorprender con los resultados de octubre”, cuando se harán las elecciones legislativas nacionales. Hizo dos llamados. A los dirigentes de su partido, les reclamó organización y pragmatismo. “Los trapos sucios los tenemos que lavar puertas adentro”, dijo, tras las múltiples heridas que dejó la definición de candidatos de La Libertad Avanza en Buenos Aires. Y a sus seguidores los llamó a “militar con entusiasmo” para derrotar a “ese país de saqueadores liderado por la corrupta condenada” [alusión a Cristina Kirchner], así como al “partido del Estado, la casta política chorra, parasitaria e inútil, los periodistas ensobrados, los sindigarcas, los empresaurios prebendarios”. Los dardos de Milei eran acompañados por los insultos que el público dirigía a cada rival señalado.

A unos pocos kilómetros del hotel donde Milei y sus huestes se celebraban a puertas cerradas, organizaciones políticas, sindicales y culturales realizaban en una plaza de la ciudad otro festival, pero opuesto. Fue bautizado Pueblada fest y reunió a distintos sectores sociales que rechazan al Gobierno ultra, bajo una consigna que toma el mote quizá más representativo del habla cordobesa y le agrega un aumentativo para conjurar cualquier interpretación favorable al presidente: “Milei culiadazo”.