El uruguayo Pablo Rodríguez Laurta (39) fue indagado este jueves por la tarde por la Justicia de Córdoba, que le imputa los femicidios de su ex pareja, Luna Giardina (26), y su ex suegra, Mariel Zamudio (54). La audiencia se llevó a cabo de manera presencia ante el fiscal de instrucción de Violencia de Género y Familiar Gerardo Reyes y la abogada defensora del acusado.
Según fuentes judiciales, Laurta no contestó preguntas sobre el doble femicidio y solo hizo referencia a sus denuncias anteriores que realizó contra las dos mujeres asesinadas en Fiscalía de Integridad sexual de 1 turno y su pedido de restitución internacional de su hijo
Al finalizar la indagatoria, el imputado fue trasladado nuevamente a la cárcel de máxima seguridad de Cruz del Eje, en la que permanece alojado desde el lunes pasado, cuando fue llevado desde Gualeguaychú, donde fue capturado por la Policía por matar a un remisero tras escapar de Córdoba.
«Hice lo necesario para rescatar a mi hijo de un contexto de trata», insistió Laurta ante los periodistas durante aquel traslado. Y completó: «Yo estoy en paz porque ahora él está seguro».
En Entre Ríos, los fiscales Daniela Montangie y Tomás Tscherning lo imputaron por el «homicidio criminis causa» de Martín Sebastián Palacio (49), el remisero que lo fue buscar desde Buenos Aires a Concordia. La víctima fue asesinada y descuartizada en la noche del martes 7 de octubre.
En Córdoba, el creador del grupo antifeminista Varones Unidos seguirá detenido por los femicidios de Giardino y Zamudio, a quienes mató a balazos la mañana del sábado 11 de octubre, en su casa de la calle Chimu al 8300.
Luego del doble femicidio, agarró a su hijo de 5 años y se lo llevó a Gualeguaychú, donde el domingo siguiente, pasadas las 14, fue detenido poco antes de que un remís lo pasara a buscar en un hotel para ir hasta Puerto Yeruá.
Llegaron hasta él luego de la declaración del Alerta Sofía y de que rastrearan su celular, con el que había llamado a la agencia de taxis para el viaje con su hijo, por el que pagó $ 1.500.000.
En Puerto Yeruá, a la vera del río Uruguay, había dejado escondido entre la maleza un bote con el que cruzó desde Salto el sábado 4 de octubre. Para pasar de un lado al otro hay menos de mil metros entre cada orilla y ningún control migratorio.