Ahí están los hinchas de Racing, revoleando sus remeras, felices, llenos de dolor. Cuando parecía que se iban con un empate del Maracaná que los dejaba a tiro de volver a una final de la Copa Libertadores 56 años después, regresan a Avellaneda con las manos vacías. El final del partido arroja una postal de cine. El mítico estadio carioca se enciende con las luces de los celulares de los hinchas locales que parecen pequeñas velas. Pero se van rápido, entonces se escucha a los académicos y su canto deja en claro que se tienen toda la fe para la revancha del miércoles que viene. Los dirigidos por Gustavo Costas se plantaron en Río de Janeiro y jugaron un partido con carácter ante el equipo más poderoso de Sudamérica. Un plantel de 200 millones de dólares, pero como dijo el DT argentino, en la cancha fueron «once contra once» y todo se definió con un gol agónico tras el remate de Jorge Carrascal y el rebote en Marcos Rojo a los 89 minutos. Fue un 1-0 que le da vida para el desquite y la verdad se sabrá la semana que viene en el Cilindro.
Costas tuvo que administrar cargas en el partido más importante de las últimas tres décadas para Racing, con cuatro jugadores claves que estaban para treinta o cuarenta minutos: Bruno Zuculini reemplazó a Juan Nardoni y agarró el medio con Almendra. El DT no se animó a forzar de entrada la máquina del ex Unión ni de Facundo Mura, que fueron al banco. Eligió arrancar con Gabriel Rojas que estaba para un tiempo. También llegaban tocados Sosa y el propio Maravilla Martínez que estuvo en formol las últimas dos semanas.
De frente, el doble cinco de Almendra y Zucu se encontró con Erick Pulgar y Jorginho, una de las estrellas del Fla repatriadas desde Europa a cambio de un salario astronómico. Pero el problema estaba en el retrovisor: Luiz Araújo, Giorgian De Arrascaeta y el ex River Jorge Carrascal, que sería el más picante de la noche, se hicieron un picnic por la izquierda de su ataque, aunque les faltó la puntada final.
Sorprendió la actitud de Racing de arranque, se paró adelantado, con los centrales en la mitad del campo desde el minuto 1 y generó una primera aproximación con una buena jugada de Rojas por izquierda, parecida al gol a Vélez, que terminó con un full de Maravilla contra uno de los centrales brasileños.
Sosa hizo su pivoteo clásico, metía la cola entre Rojo y Colombo para agarrar de frente al tridente creativo y fue salida en ataque. Un poco más atrás, a su costado derecho, al ex Defensa le tocó bailar con la más fea. El que eligió su lado fue Pedro, que tiene todo: físico, la aguanta en el cuerpo a cuerpo y gira como un bailarín de ballet para descargar para que el uruguayo De Arrascaeta se cuele entre los centrales. Es un movimiento que tienen estudiado y sale automático.
Pero el problema estuvo a la espalda de Martirena, al uruguayo le costó hacer pie en la banda derecha y perdió toda la noche con Carrascal.
Racing lo tuvo controlado en los primeros 15, se dio cuenta que podía: Almendra lo habilitó a Maravilla, que estuvo mal pisado toda la noche, y la tiró afuera. Después, Solari cabeceó mal en plena área chica en una situación que debía ser de peligro.
Flamengo no se encontraba con su juego y el clásico sofocón inicial de los brasileños parecía no llegar. Pero un error no forzado de Conechny los despertó: el ex Godoy Cruz tomó un rebote, pero hizo una de más y generó una contra que terminó salvando Almendra.
Con el poco fútbol que le queda, Racing apuntó a aprovechar alguna pelota parada. Y A los 33 minutos, Solari se desprendió de su marca tras un córner de Almendra, conectó de volea e hizo volar para la foto a Rossi, que tuvo su atajada vital.
El sector derecho de la defensa de Racing fue el hueco que vio Flamengo para atacar. Y sobre el final lo tuvo por duplicado. Martirena y Solari se hicieron un nudo con Carrascal que sacó un centro pasado, Varela la puso al medio y Cambeses salvó con un manotazo el tiro de Pedro.
Se le caen los billetes al Fla y en el segundo tiempo, Filipe Luis cambió a los dos laterales y todo el tridente de ataque: entraron Lino, Bruno Henrique y Plata. Costas, en cambio, puso a Mura que estaba volviendo y a perfil cambiado por Rojas. Y ya no pudo tocar a Martirena, el más flojo de la Academia, porque no tenía cambio de ese lado.

Racing empezó a equivocarse en el segundo tiempo pero increíblemente seguía vivo. Rojo la perdió en la salida y el equipo argentino se salvó de milagro. Para colmo, Flamengo lo asfixiaba y todo terminaba en un pelotazo de Cambeses.
Pero el ex Boca se redimió con un cambio de frente que aprovecharon entre Solari y Martirena. Después del córner, Sosa cabeceó por arriba de Rossi y todo Racing gritó gol, pero el árbitro cobró una falta porque el capitán le aplicó un codazo a Carrascal.
A diez del final, Samuel Lino entró por el segundo palo y cabeceó de emboquillada sobre Cambeses. El Maracaná explotó pero, tras unos segundos de suspenso, Valenzuela recibió el anuncio del VAR y anuló el gol del delantero brasileño, que estaba en offside. Los de Racing lo gritaron como un tanto propio.
Faltaba poco y la Academia se volvía con un empate a Avellaneda. El Maracaná perdió la paciencia y empezó a reprochar algunas imprecisiones de su dream team mientras los de Racing cantaban “Muchachos…”.
Costas mandó a ‘Rocky’ Balboa por Maravilla y Zaracho por Solari. Pero no llegaron a acomodarse: en la primera jugada, el equipo quedó mal parado y Cambeses, que había tenido una tapada monumental contra De Arrascaeta, volvió a salvar a Racing. Pero apareció Carrascal, el mejor de la cancha, tomó el segundo rebote y marcó el gol de la victoria con una carambola con Rojo, porque la pelota se iba afuera.
No hubo tiempo para más. Los siete minutos que adicionó Valenzuela se esfumaron y pitó el final. Los hinchas del Fla, revoleaban sus cervezas y se fueron rápido. Entonces los de la Academia empezaron a cantar: «En la cancha de Racing vamos a ganar/ en la cancha de Racing vamos a ganar/ y la vuelta/ y la vuelta vamo´ a dar». Y es cierto que duele el golpe del final, pero se define en Avellaneda, donde la Academia ganó todas las revanchas de playoffs en los últimos dos años. Por eso, eligen creer.