Ramón Alexandro Rovirosa Martínez se vendía como un gran empresario de la industria petrolera de México con “sus múltiples empresas como contratista de Pemex en los últimos 11 años”. Destacaba de sí mismo su contribución a la construcción y mantenimiento de gasoductos y apoyo a la exploración de campos petrolíferos en el sureste. Lo que ocultaba era que su éxito con la petrolera mexicana —contratos por al menos 746 millones de pesos, más de 35 millones de dólares, y permisos para explotar pozos— se explicaba gracias a una red de sobornos en dinero, relojes de lujo y bolsos Louis Vuitton a un auditor de Pemex que comparaba su gran desempeño para la corrupción con el de un torero que salta al ruedo. Le acompañaba Mario Alberto Ávila Lizárraga, político del Partido Acción Nacional y exalto cargo de Pemex Exploración y Producción (PEP) sancionado por su participación en otro fraude.
La trama de corrupción ha quedado expuesta esta semana luego de que Rovirosa Martínez y Ávila Lizárraga fueran señalados por el Departamento de Justicia de Estados Unidos de haber pagado sobornos a funcionarios de Pemex para asegurar los millonarios contratos. El escrito de acusación ante la Corte del Distrito Sur de Texas (Estados Unidos), al que accedió EL PAÍS, describe como Rovirosa y Ávila un equipo de corruptores que, al menos desde junio 2019 hasta octubre de 2021, sobornaron a tres funcionarios de Pemex y Pemex Exploración y Producción para conseguir contratos de obras, servicios y plataformas y de cerrar una auditoría sobre sus empresas. Este periodo coincide con la primera mitad del mandato de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) y con Octavio Romero Oropeza, actual director general del Infonavit, como cabeza de Pemex. Ese sexenio estuvo marcado por un intento de rescate a la petrolera que se comportó como un barril sin fondo para el dinero público.
Rovirosa y Ávila son residentes legales en Estados Unidos desde 2016 y fueron acusados el pasado 6 de agosto de cuatro cargos de conspiración y prácticas corruptas en el extranjero, con sobornos por 150.000 dólares (2,8 millones de pesos) a los directivos de Pemex para “manipular los procesos de licitación y asegurarse millones de dólares en lucrativos contratos y otras ventajas”. En total, seis compañías “propiedad, controladas o relacionadas” con Rovirosa se beneficiaron de este esquema, en el que Ávila se encargaba de los contactos con los funcionarios de Pemex. Además hay tres “co-conspiradores” cuya identidad no ha sido relevada. Uno era asistente de Ávila, los otros dos, familiares y empleados de Rovirosa.
Rovirosa, de 46 años y abogado por la Universidad Olmeca, fue detenido y se fijó su fianza en un millón de dólares. Se presentaba como fundador y director general de Roma Energy Holdings, LLC, una empresa de exploración y producción de hidrocarburos constituida en Texas, además de ser miembro del Consejo de Administración de al menos cinco compañías en México. Ávila, con 61 años y una larga carrera política en el Partido Acción Nacional de Campeche, donde llegó a ser candidato a gobernador, está prófugo. De 2010 a 2012 tuvo el cargo de subdirector en Pemex y fue acusado de participar en el multimillonario fraude de facturas falsas de la empresa Oceanografía.
El portal público de contratos de la petrolera, diversas solicitudes de transparencia y presentaciones de la compañía Tubular Technology, propiedad de Rovirosa, revelan que, desde 2011, esta firma logró al menos 746 millones de pesos en contratos para construcción y mantenimiento de pozos y gasoductos y adquisición de material. Además, en 2017 le fue asignado un contrato para exploración y extracción de hidrocarburos en un campo de Veracruz. Los montos, tiempos y objetivos de algunos de estos contratos se correlacionan directamente con la acusación de las autoridades de Estados Unidos.
En marzo de 2020, las empresas Tubular Technology y Energy Onshore Service ganaron una adjudicación pública de Pemex por 30 millones de pesos para el contrato “Rehabilitación y/o conservación de caminos y plataformas terrestres y obras complementarias”. De acuerdo a la acusación, ese mismo mes Rovirosa y Avila pagaron 220.000 pesos a dos de los funcionarios para conseguir “un contrato de Caminos y Plataformas”.
La acusación recoge la familiaridad con la que Ávila hablaba, todo a través de mensajes de WhatsApp, con los funcionarios de Pemex. Su principal interlocutor era un auditor senior, cuya identidad no ha sido revelada. En febrero de 2020, este auditor le mandó un audio en el que le recordaba que “debían cumplir el trato” con otro funcionario, nada menos que un coordinador de adquisiciones. En varios mensajes discutieron de cuánto debía ser el soborno.
“Misión cumplida, hermano!!!”, el auditor escribió, eufórico, a Ávila. Acompañaba este mensaje del 28 de febrero una copia de la adjudicación a las empresas de Rovirosa. Los siguientes días son frenéticos. Rovirosa pone en marcha un esquema de transferencias entre varias cuentas que acaba con el secretario de Ávila viajando a Campeche para entregar dos pagos en efectivo de 220.000 pesos al auditor. El 11 de marzo, Tubular Technology y Energy Onshore Service firman el contrato.
Un segundo soborno tiene que ver con una auditoría a un “contrato de Mantenimiento de Gasoductos” que Rovirosa ganó en 2013. Ese año, de acuerdo a la información pública, sus empresas se adjudicaron dos contratos para este fin por 103 millones de pesos y 190 millones de pesos. Pero a principios de 2019, una auditoría interna comenzó a analizar el “contrato de Mantenimiento de Gasoductos” y se paralizaron los pagos.
Rovirosa puso en marcha su maquinaria. Ávila contactó al auditor y le prometió que, si les ayudaba a solucionar el problema, su mujer recibiría una bolsa Louis Vuitton. La auditoría tenía dos posibles resultados: devolver a Pemex un millón de pesos o solo 225.000. Ávila subió la apuesta. Si todo salía bien, añadía a la bolsa de lujo un reloj Hublot de 12.500 dólares. “Un Hublot como comisión, jaja”, le prometió.
“Misión cumplida!!!”, volvió a contestar el auditor, “ahora tendrán que pagar los 20 kilos”. Se refería a 20 millones de pesos en pagos detenidos debido a la auditoría. Este trato también incluyó una mordida de 2,5 millones de pesos para un tercer funcionario, encargado de manejar servicios de infraestructura en tierra firme.
El tercer soborno sigue el mismo esquema. En agosto de 2019, las empresas de Rovirosa se presentan a una licitación pública para un contrato de “Integridad Mecánica” y Ávila contacta a su auditor favorito para aceitar el proceso. “Voy a mirarlo”, le contesta, “pero necesito empezar a ver un poco de amor…”. Se repiten las promesas, solo que esta vez son dos relojes Hublot.
Pero en esta hay un problema. La propuesta técnica que han presentado las empresas de Rovirosa es descalificada por incumplir partes de los requisitos. El auditor contacta a Ávila y le cuenta que, gracias a su compañero, el coordinador de adquisiciones, ha logrado que sigan adelante en el proceso de licitación. “Su intervención fue crucial”, le dice, “asegúrate que Alex [Rovirosa] lo valore de verdad, por favor!”. Los siguientes días, el auditor participa en el análisis técnico de los licitantes y defiende la solvencia de su propuesta técnica.
“Misión cumplida, bro!!!”, vuelve la euforia al auditor, que se compara a sí mismo con un “maldito matador de toros” que “entró al ruedo”. En abril de 2020, Pemex adjudicó el contrato a las empresas de Rovirosa por 52 millones de pesos. Días después, a la casa del auditor torero llegó una cinta de caminar valorada en 26.000 pesos.