Sydney Sweeney, la actriz a quien alaba Trump: “Las mujeres se enfrentan a lo que la sociedad quiere que sean” | Cine: estrenos y críticas

Sydney Sweeney, la actriz a quien alaba Trump: “Las mujeres se enfrentan a lo que la sociedad quiere que sean” | Cine: estrenos y críticas


Suena a tópico, pero es cierto: la actriz estadounidense Sydney Sweeney gana en las distancias cortas. En las medias, las conferencias de prensa en las que está rodeada de periodistas que le preguntan sobre su vida, su carrera, sus entrenamientos, sus elecciones estilísticas, parece que le cuesta pronunciar más de dos frases seguidas. Como si temiera que alguna de sus palabras se malinterprete, se filtre y se haga viral. De eso sabe un rato. Pero en un brindis o en un selfi, Sweeney, la intérprete de Spokane (Washington) de 28 años, ríe, charla y se presta más a la sonrisa.

En el último lustro, Sweeney se ha convertido en uno de los nombres y rostros más conocidos de la pequeña y gran pantalla, también de las redes. Este verano hizo una campaña de pantalones vaqueros que trajo cola: ¿el anuncio decía que Sweeney tiene “buenos jeans” o “buenos genes”? Viralidad, machismo, supremacismo, liberalismo, conservadurismo… todo entró en esa coctelera que puso a Sweeney en el centro de la polémica. Pero ella lleva años en boca de todos también por sus papeles y por sus espectaculares apariciones de alfombra roja. “Simplemente, me visto con lo que estoy cómoda y me hace sentir segura”, despacha rápidamente, al ser preguntada por cómo elige sus looks.

Sweeney trata de dejar las controversias al margen y centrarse en su trabajo. Este año ha estrenado las películas Edén (dirigida por Ron Howard y junto a Jude Law y Ana de Armas), Echo Valley (junto a Julianne Moore) y el biopic Christy, su proyecto más intenso y cuidado, y por el que charla en esta entrevista, pese a su batacazo en la recaudación en taquilla y sin estreno previsto en España. Además, el 1 de enero sí estrena en España La asistenta, junto a Amanda Seyfried, thriller de suspense basado en la exitosa novela de Frieda McFradden. En primavera volverá a meterse en la piel de Cassie para la ansiada tercera temporada de Euphoria, la serie que la lanzó a la fama y que regresa a HBO con ocho nuevos capítulos.

Mientras tanto, en apenas unos meses, ha sumado y vuelto a restar 16 kilos a su cuerpo. Y ha regresado al ring, porque tenía que interpretar a Christy Martin, la boxeadora de 57 años a la que da vida en la película. “Ella es una persona real, así que lo más importante era que la historia resultara verdadera y fuera respetuosa. Todo lo que se ve en la película le ocurrió en la vida real a Christy. Teníamos que pensar bien las cosas y ponerle mucho amor a todo”, reconoce.

Construir una historia sobre un personaje real a quien admira le ha servido a Sweeney para intentar sacudirse las polémicas que arrastra. Hace unos meses aseguraba en Vanity Fair que le resultaba “descorazonador ver a mujeres destrozar a otras mujeres más jóvenes”, y aunque en la industria del cine la gente dice que “las mujeres empoderan a otras mujeres”, ella no lo sentía así. “Todo es falso, una fachada para toda la demás mierda que dicen por detrás”, afirmó, en unas declaraciones que levantaron ampollas. En persona, aclara: “Las mujeres se enfrentan a lo que la sociedad quiere que sean”.

La actriz se ha convertido en una especie de referente antiwoke, contra la corrección política. Hace unos meses salió a la luz que, al parecer, estaba registrada como republicana en Florida; Donald Trump no tardó en alabarla. Esto volvió a colocarla en el punto de mira. También su nueva relación sentimental con Scooter Braun, a quien conoció en la boda de Jeff Bezos en Venecia, descubridor (y ahora enfrentado) a Justin Bieber, exagente de Demi Lovato y Ariana Grande y quien se hizo hace años con los derechos de los primeros discos de Taylor Swift sin que esta tuviera opción a comprarlos y, por tanto, archienemigo de la causa swiftie. La unión Sydney-Scooter ha sido la puntilla para la delicada posición de la actriz en una industria que lleva la corrección política por bandera.

Pero Sweeney sigue a lo suyo. En la charla mezcla su vida personal con la profesional, aunque marcando límites. Sweeney creció en el Estado de Washington haciendo kickboxing y grappling, un tipo de lucha de contacto, desde los 12 años y hasta los 19. “Fui a torneos, gané campeonatos”, relata. “La película me permitió recuperar esa parte de mi infancia. Me sentí viva, fue fantástico”, reconoce. Para prepararse, decidió marcharse a Idaho, donde tiene una casa junto a la de su abuela, y convertir los garajes y cobertizos en gimnasios. “Me levantaba, hacía una hora de entrenamiento con pesas, comía mucho, batidos de proteínas como nadie, y luego salía a esquiar con mi tío. Volvía y boxeaba durante tres horas con mi entrenador, Max, veíamos vídeos de Christy y de combates, pasábamos tiempo con mi familia y por la noche hacía otra hora de entrenamiento”. Sencillo, intenso, sacrificado y efectivo.

“Lo mejor de ser actor es que no tienes que hacer lo mismo una, y otra, y otra vez. Puedo enamorarme de distintos géneros y personajes y buscar nuevos retos”, afirma. Por eso también se mete en la producción o quién sabe si próximamente en la dirección. “No creo que puedas crecer o aprender a menos que te retes a ti misma”, explica, sentada en su casa de Hollywood. Su hogar perteneció al director Delmer Daves. “Dejaron todas sus cosas, así que tengo un montón de fotos firmadas de Clark Gable y Marilyn Monroe, y tengo guiones, y toda la casa está llena hasta los topes de su trabajo. Es muy antigua y bonita, pero los enchufes no funcionan siempre, la electricidad no va y mi internet se cae cada cinco minutos”, se excusa.

Además de Euphoria, para 2026 tiene otros cuatro títulos en preparación; y todas las apuestas señalan que estará en la segunda parte de El diablo viste de Prada, y también que interpretará a Kim Novak en Scandalous, el debut en la dirección del actor Colman Domingo. ¿Cómo mantiene el equilibrio con este intenso ritmo de trabajo? “Me encanta ser actriz, y me doy cuenta de que trabajo mucho mejor bajo presión”, afirma.

Dos veces nominada al Emmy, tanto por Euphoria como por la primera temporada de The White Lotus, no los ganó, pero al ser preguntada sobre si alguna vez se rinde, afirma categórica: “Aquí sigo”. “Tengo un montón de proyectos que hacer y caminos por recorrer. Quizá me lance a probar cosas nuevas”.

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