No tardó ni un minuto. La comparecencia de Pedro Sánchez en la comisión de investigación del caso Koldo se convirtió desde el primer momento en una batalla campal en la que los senadores de la oposición intentaban acorralar al presidente con los pagos en efectivo en el PSOE, con el caso Ábalos, con su cercanía con sus dos ex secretarios de Organización implicados en el caso, mientras Sánchez se indignaba cada vez más. Hasta que, pasada la primera media hora, Sánchez, visiblemente molesto, se hartó: “Esto es una comisión de la difamación”. “¡Esto es un circo!”.
La tensión ya se había visto desde el primer momento incluso con el presidente de la comisión, Eloy Suárez, del PP, al que Sánchez acusó de parcial. El combate fue especialmente duro con él, que acusaba al presidente de utilizar la estratagema de contestar de forma extensa para agotar el tiempo. Suárez se enfrentó abiertamente a Sánchez varias veces por decir “comisión de difamación” y, también muy enfadado, se plantó: “se retirarán del diario de sesiones esas palabras por la falta de respeto que suponen a esta Cámara”.
La sesión discurrió entre una tensión máxima entre Sánchez y los senadores de la oposición y momentos hilarantes, porque el líder del PSOE decidió tomarse a broma algunas intervenciones y tirar de sarcasmo. “Váyase, señor Sánchez”, le espetó ya en la primera intervención la senadora de UPN María Caballero, pidiéndole la dimisión. “Tengo que responder a varios grupos aquí en el Senado antes de irme, señora Caballero, pero no tengo ningún problema [en irme]”, le contestó Sánchez con una sonrisa.
—¿Quién iba en el Peugeot?— le llegó a preguntar ella para que aclarara su relación estrecha con Ábalos, Cerdán y Koldo García, que le acompañaban en sus viajes en la campaña de las primarias del PSOE de 2017.
—¿En serio me está preguntando esto? Pues depende del día— se reía Sánchez.
—¿Le parece una broma?— se indignaba ella.
—Me parece una pérdida de tiempo. Si ustedes solo tienen esto para preguntar…
La comisión discurría así, sin que nadie lograra lanzar un dardo definitivo a Sánchez, que empezó muy molesto, intentando alargar sus respuestas para ganar tiempo mientras los senadores le interrumpían para forzarle a contestar, pero poco a poco se fue relajando al darse cuenta de que nadie estaba en condiciones de obligarle a ir a algún terreno que él no controlara.
Sánchez solo pareció realmente incómodo cuando habló de los pagos en efectivo del PSOE y los que le afectan a él directamente. Le preguntaron varias veces y admitió que recibió pagos en efectivo en el pasado, aunque en ningún momento superaron los 1.000 euros, la cantidad máxima permitida por la ley para esos pagos. No quiso dar muchos detalles, dijo que eran “cantidades anecdóticas” y en cualquier caso todas ellas con justificante de cada gasto y salidas de las cuentas oficiales del partido.
El presidente trataba de utilizar todos sus turnos para cargar contra el PP, aunque los senadores le cortaban para que no lo hiciera. El presidente, claramente a la ofensiva desde el primer momento, defendió las cuentas del PSOE y su proceder con los salarios y los gastos. “En el PSOE no hay sobresueldos, al contrario que en otros partidos. Es más, los cargos aportamos a la organización, son otros los que tienen dinero negro”, dijo en una ocasión. “Aquí ha habido senadores que tenían un millón de euros en una bolsa en su casa”, dijo por Francisco Granados, exvicepresidente de la Comunidad de Madrid con el PP y exsenador.
Los momentos más difíciles, en los que Sánchez cambiaba el tono y se ponía serio, llegaban cuando alguna senadora o senador le planteaba los escándalos de prostitución de Ábalos y Koldo, con conversaciones en las que tratan a las mujeres como ganado. Ahí tenía difícil salida, y Sánchez admitió el golpe, aunque insistió en que nunca, durante los años en los que trabajaron codo a codo y viajaron por todo el país, vio ningún comportamiento sospechoso de Ábalos. Una parte que los senadores de la oposición consideraron imposible de creer: “Ábalos fue una persona de mi máxima confianza, es verdad. Las cualidades políticas que tiene son claras, políticamente era una persona sólida, pero yo desconocía sus hábitos y su cotidianeidad. Este es un Gobierno absolutamente comprometido con el feminismo, con las mujeres”, señaló Sánchez ante los rumores y algunas risas de los senadores. “Estas grabaciones que hemos conocido me repugnan, lo rechazo absolutamente. Hemos cambiado el código de conducta del PSOE para expulsar a cualquiera que use la prostitución”, intentó defenderse.
Sánchez se mantiene en su versión oficial, esto es, que no echó a Ábalos por su comportamiento personal, sino porque el Ejecutivo necesitaba una renovación tras la pandemia. En el PSOE, sin embargo, se ha instalado la idea de que sí lo echó porque le contaron cosas de su vida desordenada, pero no por sospechas de corrupción, porque de lo contrario nunca le habría permitido repetir en las listas al Congreso.
Otro momento tenso fue cuando llegó otro asunto muy delicado, las acusaciones de la oposición de que Sánchez “se benefició de la prostitución” por las saunas gais que poseía su suegro. El presidente nunca ha entrado en este asunto, y esta vez lo hizo de manera muy colateral para negar la acusación principal. El senador de Vox, Ángel Pelayo Gordillo, le preguntó si pagó su campaña de las primarias de 2017 con el dinero de los “negocios de prostitución” de su suegro. Sánchez se indignó, pero apenas entró en el asunto: “dejando a un lado los calificativos vertidos contra mi suegro, ya fallecido, le voy a contestar: por supuesto que no”.
La comisión avanzaba con un presidente cada vez más cómodo, a ratos con tono burlón divirtiendo a sus senadores, que respiró aún más cuando llegaron los grupos que apoyan al Gobierno. Y solo se puso serio otra vez al hablar de su mujer, Begoña Gómez. Primero por los bulos que tratan de decir que es transexual, algo que le recordó Carla Antonelli (Más Madrid), que sí lo es, y se indignó porque lo digan como si fuera algo negativo. “La acusación de transexualidad de mi mujer está judicializada”, recordó Sánchez. “A la mujer de Macron también se le acusa de transexual como si fuera peyorativo. También se acusó a la mujer de Obama. La ultraderecha hace esto en todo el mundo. Se trata de atacar en lo personal, y qué casualidad, siempre a las mujeres”, remató.
Sánchez defendió una y otra vez a su familia, y se quejó de que Villarejo llegó a investigar incluso a sus hijas. “Por supuesto que mi mujer nada que tiene que ver con el rescate de Air Europa, esto también lo dijeron los informes de la UCO, pero algunos cuando no dicen lo que les gusta no los mencionan, cuando otras veces les parecen la Biblia”, planteó. Sánchez también aprovechó para lanzarse contra Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, en su afán de comparar la reacción del PP y del PSOE ante la corrupción. “¿Qué dirían algunos sobre mí si mi administración hubiera dado un millón y medio de euros en un contrato y mi hermano hubiera cobrado 280.000 euros como comisión? ¿Qué dirían si el presidente de mi partido hubiera denunciado esto y le hubieran destituido por hacerlo? Consejos vendo y para mí no tengo, este es el tema», remató. A medida que avanzaba la comisión, Sánchez iba cada vez más claramente al ataque. “Telemadrid forma parte de la máquina del fango que ha puesto en marcha el PP”, planteó mientras los senadores populares se indignaban. “Cuando Casado denunció la corrupción, lo echaron para poner al amigo del narco, Alberto Núñez Feijóo”, lanzó en otro momento.
La larga sesión sirvió también para comprobar que los socios mantienen su apoyo a Sánchez después de los escándalos de corrupción de sus dos ex secretarios de Organización. La gran excepción fue Junts, que ha roto con el PSOE y tenía que mostrarlo. Su senador, Eduard Pujol, tuvo un tono duro al que Sánchez evitaba entrar. “Más allá de la decisión [de romper] que yo respeto, vamos a seguir intentando acuerdos con ustedes”, ponía Sánchez la otra mejilla. Incluso le recordó que aunque Puigdemont aún no tenga la aministía, muchos otros cargos “de segundo y tercer nivel” de Junts sí se han visto ya beneficiados.
La comisión, que estaba planteada para arrinconar a Sánchez, se ha ido convirtiendo poco a poco en un escenario dominado por el propio presidente para contratacar al PP, lanzarse contra grupos ultraderechistas que le persiguen como Manos Limpias, y quejarse del acoso a su familia: “La Guardia Civil hizo un informe sobre mi mujer y ahí se la exculpa de cualquier responsabilidad. Se han traspasado muchas líneas rojas en el ataque personal”, ha llegado a decir.
Sánchez estaba ya muy relajado cuando llegó el momento decisivo, el del senador del PP, Alejo Miranda de Larra. Era la última oportunidad para que el presidente no se fuera vivo de la comisión, y Miranda echó el resto. Fue a cuchillo desde el primer segundo, exigiendo a Sánchez que contestara con sí o no, interrumpiéndole, pidiéndole: “Diga alguna verdad”. La bronca fue descomunal, con una tensión enorme, pero Sánchez tenía previsto un momento así y mantuvo en todo momento un tono tranquilo, y sacó todos los casos de corrupción del PP e incluso la pareja de Isabel Díaz Ayuso. “El llamado Alberto Quirón logró una comisión de dos millones de euros con dos llamadas y un email”, llegó a lanzar. “Esto es una comisión inquisitorial, de Torquemada”. “Hoy viene aquí de ofendidito, tiene la piel muy fina”, le espetó Miranda. “Usted se avergüenza de su hermano porque tributaba en Portugal”, le lanzó también. Sánchez se tomaba cada vez más a broma el interrogatorio. “¿Pero qué me está contando?“, le llegó a plantar, en una comisión que a veces se iba completamente de las manos y tenía momentos casi tabernarios.
Pese a la tensión evidente y al intento del PP por descolocarlo, después de casi cinco horas de comisión, Sánchez estaba ya muy relajado. “A tenor de cómo va esta comisión, estoy encantado de estar aquí”, se llegó a burlar. “Si usted tiene todas las técnicas para decir la verdad, se las sabe todas”, se quejó Miranda, cada vez más desesperado porque se le acababa el tiempo y Sánchez mantenía intacto el muro que había preparado en su estrategia. El senador intentaba que el presidente de la comisión le ayudara cortando a Sánchez, pero este último le pedía constantemente a su compañero que dejara terminar al presidente. Miranda lo intentó todo. “Retiro la pregunta”, decía constantemente para ir a la siguiente. “Venga, venga, responda”, le espetaba al presidente. Pero era inútil. Sánchez mantenía el tono y se burlaba de él. “Ya entiendo que tenga que hacer méritos, pero todo esto a quien le retrata es a usted”.
La comisión, que se veía en los días previos en el Gobierno como un gran riesgo, salía así mucho mejor de lo esperado por los estrategas de La Moncloa que la prepararon a conciencia, como se veía en la cantidad de papeles que manejaba a cada momento el presidente, que los leía poniéndose y quitándose unas gafas que no suele usar en público. El PP retrasó durante más de un año este momento de llamar a Sánchez, precisamente porque pensaba que existía el riesgo de que saliera vivo de ella. Ahora los populares tendrán la posibilidad de volver a llamar a Sánchez al Senado cuando quieran. Pero después del resultado, es probable que se lo vuelvan a pensar mucho.










