El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aprovechó este lunes una de sus acostumbradas ceremonias de firma de decisiones ejecutivas para terminar, por la vía de un decreto, con las sanciones que Washington tenía impuestas a Siria, como había prometido que haría en mayo durante una visita a Oriente Próximo.
El anuncio lo había hecho un par de horas antes la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, que dijo a los reporteros que la medida tiene como objetivo “promover y apoyar el camino del país hacia la estabilidad y la paz”, tras 13 años de guerra civil. También aclaró que se mantienen las sanciones que pesan contra el expresidente Bachar el Asad, que gobernó Siria durante décadas, y sus allegados.
Estados unidos ya otorgó en mayo a Siria amplias exenciones a las sanciones que Washington había mantenido durante medio siglo. En su visita a Oriente Próximo, también en mayo, Trump se vio con el líder interino, Ahmed al Shara, en Arabia Saudí y le prometió el levantamiento del castigo financiero.
Mantener la paz
“[En Siria] hay un nuevo Gobierno que, con suerte, logrará estabilizar el país y mantener la paz. Ordenaré el cese de las sanciones contra Siria para darles una oportunidad de grandeza”, dijo Trump en Riad. Aquel día estaba presente el príncipe heredero saudí y hombre fuerte del país, Mohamed bin Salmán, que celebró el anuncio. A los pocos días, el presidente de Estados Unidos saludó a Al Shara, al que había definido como “un tipo joven y atractivo”.
La decisión de Estados Unidos se suma a la de la Unión Europea, que también levantó todas sus sanciones a Damasco en mayo.
Al Shara estaba en busca y captura de Estados Unidos hasta el pasado diciembre, cuando cayó El Asad: por su cabeza Washington ofrecían una recompensa de 10 millones de dólares. El Asad se encuentra exiliado en Moscú. Tanto él, que se aferró al poder durante 24 años, como su padre, Hafez el Asad, gobernaron Siria durante medio siglo con puño de hierro.
“Estados Unidos se compromete a apoyar una Siria estable, unificada y en paz en el interior y con sus vecinos”, se puede leer en el texto del decreto publicado por la Casa Blanca. “Una Siria unida que no ofrezca refugio a organizaciones terroristas y garantice la seguridad de sus minorías religiosas y étnicas contribuirá a la seguridad y la prosperidad regionales”.
Washington levanta esas sanciones sin condiciones, en la confianza de que al romper el aislamiento de Siria en los mercados financieros globales anime al Shara y los suyos a cumplir con compromisos relacionados con la lucha contra el terrorismo, la integración de las fuerzas kurdas sirias, el respeto a las minorías y el reestablecimiento de relaciones con Israel.
Estados Unidos llevaba desde 1979 sancionando a Siria, cuando designó al país como Estado patrocinador del terrorismo. En 2004, amplió estas medidas debido a la presencia militar de Damasco en el Líbano y por su apoyo a milicias enemigas de Estados Unidos en la región. En 2011, Washington impuso amplios castigos económicos a destacados funcionarios sirios, así como a las exportaciones de petróleo y al sector financiero en respuesta a la brutal represión del presidente emprendida por Bachar el Asad contra los manifestantes durante la primavera árabe, que desembocó en una guerra civil que ha durado 13 años.
Al Shara tiene un pasado como líder de Hayat Tahrir al Sham (HTS), una organización que hasta 2016 estuvo afiliada a Al Qaeda con el nombre de Frente Al Nusra. El ahora presidente sirio fue capturado en 2006 por el ejército estadounidense en Irak y pasó cinco años, sin que mediara juicio alguno, encarcelado en varios centros de detención y tortura, entre ellos, el de Camp Bucca, y la cárcel de Abu Ghraib, famosa por las torturas a los reclusos durante la invasión de Irak.