“Viví 15 años en Nueva York, crecí en Milano y vengo a la Argentina todos los años desde el 83, desde Alfonsín”, quien habla es el artista plástico, escritor y cineasta Sebastiano Mauri. Italo-argentino, se encuentra en Buenos Aires para presentar su segunda novela, La nueva tierra, editada por Adriana Hidalgo. Allí cuenta una historia de introspección chamánica: un hombre llamado Leone que llega al Amazonas a pedido de su prima Nur para probar ayahuasca y emprender un viaje místico que lo llevará a explorar su costado femenino y su propia identidad.
En su novela anterior (Disfruta del problema, misma editorial) abordaba la cuestión de la identidad sexual en un relato coming of age. Los escombros de su propia vida forjan los ladrillos que conforman su literatura. En este diálogo con Clarín analiza su prosa, comparte su mundo y reflexiona sobre su propia condición de ser un poco de aquí y de allá; un extranjero en cualquier lugar. Mientras, resalta, “Tengo toda una familia y amigos, parte de mis costumbres y mi corazón están acá”.
–¿Cómo se cuela eso en tu literatura? El protagonista de La nueva tierra, por ejemplo, también es mitad argentino.
–Todo lo que es importante en mi vida y forma parte de mi identidad se transforma en material para mi literatura. Me queda muy claro que el lector lee las cosas como si fueran presentadas como ficción aunque no me hayan pasado todas. De hecho, no me pasaron todas. Vendí de una manera creíble y consecuencial algo que quizás me inventé pero siempre tienen que ver conmigo y seguro ese aspecto tiene mucho que ver con mi literatura que de hecho mi personaje es hasta más amplio. Él solo nunca se siente totalmente en casa. Lo que te pasa también cuando hablas varios idiomas, viví 15 años en Estados Unidos, cuando viví ahí pensaba en inglés, soñaba en inglés. Cuando iba a Italia me decían, «Hablás muy bien el italiano, ¿dónde lo aprendiste?». Me gusta tirarme en un nuevo ambiente del cual sé algo pero tengo mucho que aprender y me mantiene vivo porque estoy siempre en un lugar medio desconocido. Entonces, te ven como un extranjero también en el lugar de trabajo. Después en la identidad sexual, otro lugar donde obviamente te sentís en el medio, en una zona gris distinta de los otros, de no pertenecer completamente, de no responder a la definición de normalidad. Desde ese punto de vista es un aspecto que en mi literatura está ampliamente.
–En ambas novelas aparece la identidad. Lo pensaba en relación a lo extranjero, que describías recién. ¿Esto te atrae? ¿Te incomoda?
–Es parte de mí, es algo del cual estoy contento porque además me parece que me ayuda a poner cosas en perspectiva. Empecé a entender mi propio país, Italia, desde que lo dejé. Cuando lo empezás a mirar desde afuera, a confrontarte con otras costumbres, otras culturas, entendés mejor cuál es la tuya. El hecho de no sentirte totalmente en casa es sentirse un poquito incómodo siempre. No tenés nunca todos los códigos culturales necesarios. Ahora volví a vivir en Italia pero para no perder el inglés, leo casi solo en inglés. Miro un montón de cine y series en inglés. Quizás por mi sexualidad, por saber desde muy chiquitito que era gay y no como los otros y sentirme distinto por momentos odiabas eso, querías cambiar hasta que te das cuenta que el bien y el mal produjeron lo que sos y si no querés abandonar completamente tu persona tenés que amar también esa parte. Ahora ya estoy afeccionado a no sentirme completamente en casa nunca.
–Desarrollaste diferentes disciplinas –cine, artes visuales, literatura, docencia– ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Tenés un método?
–No hay un único. Primero porque hay múltiples disciplinas y cada una te puede pedir necesidades distintas y también depende del periodo. Por ejemplo, en el arte había un momento en el cual estaba pensando cuál iba a ser mi nueva serie y siempre iba cambiando. Ahí trato de exponerme lo más posible a la vida, decir que sí a los programas, no ser tan oso, siempre encerrado en casa, salir, encontrar gente, ir a escuchar música, leer mucho, mirar muchas películas, exponerse a los cuentos, ir a ver muestras, museos, también volver a ver cosas que ya viste. Trato de exponerme al arte de los otros y tratar de vivir plenamente. Después, cuando te va bien y empezás a hacer algo que tiene sentido, ahí a veces entra la obsesión adentro del juego, que también es un lindo momento que vale muchísimo. La obsesión puede ser una novela. Esta última la escribí en cuarentena, estaba muy solito en el campo en Entre Ríos, sin televisión, casi sin Wi-Fi y fue mi salvación. Pero eso también fue un periodo. Entonces, para mí no hay tanto una rutina. A veces escribís por deber y otras veces tenés que cachetearte todo el tiempo para no distraerte.
–Volviendo a tus dos novelas, en la primera, Disfruta del problema, aparece la sexualidad en relación a la identidad. Aquí también pero hay otras capas, está la cuestión de la naturaleza, una búsqueda espiritual, chamánica. ¿Cómo apareció esta búsqueda en tu segunda novela?
–Pueden leerse como dos etapas del mismo recorrido. Se dice del curanderismo que todo curandero primero debe curarse a sí mismo. La primera es un clásico coming of age en cual el protagonista pasaba de tener una una novia desde hace muchos años a aceptar su atracción por los hombres y tener su primer novio. Hay todo un camino de la aceptación de su propia homosexualidad, de decirlo a todo el mundo. En este otro, el personaje ya tiene pareja hombre, el hecho de que sea gay se da por sentado, no es presentado como tema de conflicto. Lo que sí se representa es la cura de lo que podemos llamar su herida con lo femenino, que es algo más común de lo que pensamos en el sentido de que a todos los hombres nos enseñan desde pequeños que todo lo que está asociado a los femenino no está bien. Mi personaje confronta a su propia masculinidad tóxica interiorizada por cuanto sea un hombre gay de una mediana edad que ya en teoría está totalmente resuelto, se da cuenta que lleva todavía un montón de masculinidad tóxica. A través de las ceremonias de ayahuasca pretende curar su herida con lo femenino. Al final del recorrido se entiende también –justamente como funciona el curandero, que antes tiene que curarse a sí mismo para hacer una influencia positiva sobre los otros– que esa es la misma herida que necesita curar la sociedad: la herida con lo femenino. No vamos a parar de maltratar a la naturaleza hasta que no paremos de maltratar lo femenino.
–¿Cómo llegaste al interés por la ayahuasca? Algo contás en la Nota del autor que incluís al final.
–Tal como cuento allí, bastante de casualidad, por insistencia de una prima mía, Leonor Caraballo, que estaba rodando una película sobre la ayahuasca en Iquitos, al norte del Perú. Ni sabía bien que era la ceremonia, fue muy improvisado, no había hecho la preparación necesaria. Ahí se me abrieron las puertas de un mundo que no había imaginado, que fui conociendo de a poco, en el campo, haciendo ceremonias. Eso me dio lo que describo en el libro. Por eso para mí es fácil identificarse con este personaje porque no llega sabiéndolo todo sino que lo va descubriendo junto al lector.
–Esto se relaciona con la literatura autobiográfica. ¿Cómo pensás eso?
–En verdad hay un montón de inventos. El personaje de la prima es el resultado de tres primas juntas. Mi propio alter ego está inspirado en mí y en otra persona. Eso vale casi para cada personaje. Hay un montón de cosas que en verdad no son inventadas. Lo que me interesa para mí es lograr decir las cosas que fueron importantes para mí en mi vida. Si vos lo viviste no vas a mentir, vas a describir algo que conoces muy bien. Para mí es un gran regalo que tenemos de poder, si tenemos alguna historia para contar nuestra, ya quiere decir que estás poseyendo los detalles necesarios para contarla y la literatura como el diablo que está en los detalles. Pero la vida no te ofrece el cuento como quieres contarlo. La historia se va adaptando a la o alejándose de la realidad, pero está bueno que el lector no se dé cuenta. El lector al final lo toma casi todo por verdadero pero te juro que no lo es todo. Autoficción hasta que sirve, sino entra la invención.

–Otro rasgo de tu literatura es el humor y la ironía. ¿Qué pensás de esto?
–Sí. Tiene que ver con una escuela Pirandelliana. Más trágico lo que tenés que narrar, más tiene que ser cómico. Oscar Wilde decía que si tienes que decir la verdad sobre los otros, mejor que los haga reír. Eso lo saben muy bien los stand-up comedians. Es una manera para hablar de cosas más serias o pesadas sin comunicar necesariamente esa seriedad o pesadez. También porque la escritura puede ser terapéutica para alguien. Muchas veces los cuentos que hacen reír fueron trágicos en algún momento. Ethel Barrymore decía, «Crecemos el día que aprendemos a reír sobre nosotros».
–Tu novela también dialoga con ciertas narrativas sobre la naturaleza y su colapso. Ahora proliferan ficciones distópicas. ¿Cuál es tu análisis al respecto?
–Hay una visión amazónica, por ejemplo, que te la cuentan con un final feliz en donde dice que ahora estamos en un ciclo en el cual hay un total desequilibrio del águila sobre el cóndor, de la materialidad sobre la espiritualidad, de lo masculino sobre lo femenino y que eso tiene que llegar a tope. Ese sistema está en autodestrucción. Esto puede venir con la extinción de los seres humanos y mayoría de la vida sobre la Tierra. Igual no es una mala noticia porque ya pasó cinco veces en el pasado, cómo volvieron vidas en el pasado en unos miles de años van a volver vidas. Nosotros también vamos a volver, no necesariamente con este cuerpo, quizás como seres con otro aspecto pero igual en este momento habremos aprendido la lección, viviremos con respeto entre materialidad y espiritualidad, viviremos respetando lo masculino y lo femenino y el mundo será feliz y ecocompatible, entonces final feliz… pasando por la extensión de todo lo que conocemos.
–En relación al equilibrio entre lo masculino y lo femenino, en los últimos tiempos proliferan discursos que cuestionan aspectos como la desigualdad de género. ¿Cuál es tu análisis al respecto?
–Desgraciadamente no pasa solo acá o en Italia, también en Estados Unidos, India, Filipinas, Australia. En Alemania el segundo partido es de extrema derecha, en Francia casi gana Le Pen. Los científicos venían diciendo que detrás de la crisis climática venía también una crisis social. Los seres humanos son seres vivientes como todos los otros. Vemos economías afectadas por tragedias climáticas, fenómenos inmigratorios, redistribución de la tierra. Son elementos necesarios para que vuelvan los fascismos. Greta Thunberg entendió muy bien que justicia climática y justicia social son una única lucha.
Sebastiano Mauri básico
- De origen ítalo-argentino, nació en Milán en 1972 y ha vivido entre su ciudad natal, Nueva York y Buenos Aires.
- Artista plástico, sus obras han sido exhibidas en galerías y museos de todo el mundo.

- En 2015 publicó el ensayo Il giorno più felice della mia vita.
- En 2017 ganó el premio Flaiano Opera Prima con Favola, su primera película. Disfruta del problema fue su primera novela.
La nueva tierra, de Sebastiano Mauri (Adriana Hidalgo).