Que no se diga que la parte ucrania no quiere la paz. Este es el principal objetivo de la propuesta de Volodímir Zelenski de reanudar esta semana los encuentros bilaterales con Rusia. “La parte rusa debe dejar de eludir la toma de decisiones”, dijo el presidente ucranio en la tarde del sábado. Añadió el mandatario los asuntos sobre los que ambos enemigos deberían ponerse de acuerdo en esta nueva cita, que sería la tercera desde el pasado mayo: intercambio de prisioneros de guerra, el retorno de los menores de edad ucranios retenidos en Rusia, un alto el fuego y un encuentro con Vladímir Putin. “Una reunión entre líderes es necesaria para garantizar una verdadera paz duradera. Ucrania está lista para ello”.
Rustem Umerov, relevado el jueves como ministro de Defensa y ahora secretario del Consejo de Seguridad Nacional, ya ha solicitado la reunión a la contraparte rusa. Zelenski no precisó si este encuentro podría celebrarse en Estambul, Turquía, como en las dos ocasiones anteriores, o se produciría en otro país. Tanto Suiza como el Vaticano también han propuesto actuar como mediadores. El Kremlin descarta al Vaticano porque considera que la Iglesia católica no es un actor apropiado para dirimir un conflicto entre países de mayoría ortodoxa.
Dmitri Peskov, portavoz de Putin, afirmó el 18 de julio que el Kremlin también es partidario de “dar dinámica e intensificar la vía de las negociaciones”. Las palabras de Peskov llegaban pocas horas después de que Zelenski pidiera más implicación rusa en buscar un acuerdo de paz. El portavoz habló este domingo en la televisión estatal rusa sin referirse a la propuesta concreta de Zelenski: “El presidente Putin ha dicho en numerosas ocasiones que su deseo es llevar la cuestión ucrania a una conclusión pacífica lo antes posible”. Para eso, ha añadido el portavoz del Kremlin, “lo más importante para Rusia es conseguir sus objetivos, y los objetivos son claros”.
Rusia establece como condiciones previas para negociar un alto el fuego que le sea cedido por lo menos todo el territorio de las provincias de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, además de la ya anexionada península de Crimea en 2014. Además de esto, exige que Ucrania renuncie a la OTAN y a la ayuda militar occidental.
Presionado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el líder ucranio aceptó en abril la idea de acordar con Moscú un alto el fuego sin condiciones. En esta tregua, que debía ser en una primera fase de 30 días, Kiev renunciaba de entrada a reclamar al invasor el retorno de los territorios ocupados. La primera reunión entre las delegaciones de los dos países se produjo en mayo en Estambul. En esta cita, el jefe de la misión rusa, el ultranacionalista y exministro de Cultura Vladímir Medinski, anunció que el Kremlin sí tenía exigencias para aceptar la tregua, la principal, que el ejército ucranio se retirara del frente y renunciara a todo el territorio de las provincias que Rusia ha ocupado parcialmente.
Medinski sorprendió a la delegación ucrania, encabezada por Umerov: para el Kremlin, Ucrania es una ficción y en verdad forma parte de la gran Rusia. “Esta guerra es básicamente que rusos están matando a otros rusos”, dijo Medinski. El enviado de Putin también amenazó al equipo ucranio que si no aceptaban sus condiciones, Rusia reclamaría mucho más territorio del conquistado.
Pese a estas provocaciones, rusos y ucranios pudieron acordar en la primera reunión de Estambul el intercambio de 1.000 prisioneros por bando. La segunda ronda de negociaciones, en junio en Estambul, solo duró una hora y se firmó un nuevo intercambio de prisioneros, además del canje de 6.000 cadáveres de combatientes por bando.
Zelenski ha reiterado la posibilidad de que se apalabre un intercambio de todos los presos de guerra, y también civiles, algo a lo que Rusia de momento se opone. Mientras esto no sea posible, el lado ucranio insiste en nuevos canjes de presos. También presiona Kiev a Moscú para el retorno de los cerca de 35.000 menores de edad de familias ucranias en los territorios ocupados que han sido trasladados a Rusia. La cifra es el recuento publicado el pasado junio por un equipo de investigadores de la Universidad de Yale. Hasta el momento solo han sido devueltos a sus familias unos 1.500 niños. Es precisamente por la deportación de menores ucranios que El Tribunal Penal Internacional dictó en 2023 una orden de arresto contra Putin.
La otra cuestión en la que Zelenski presiona al Kremlin es en la posibilidad de que se organice una cumbre entre él y el presidente ruso, algo a lo que, de momento, Moscú se niega.
Desde la última reunión de Estambul, el 2 de junio, la presión militar rusa sobre Ucrania ha subido enteros: en el frente de guerra se producen avances, lentos pero constantes, y se han recrudecido los bombardeos sobre las ciudades ucranias. Otro cambio desde aquella última negociación fracasada en Turquía es que Trump ha terminado por reconocer que Putin no tiene intención de negociar una tregua. El presidente estadounidense ha aprobado por primera vez el suministro a Kiev de armamento, sobre todo sistemas de defensa antiaérea, aunque a cambio de ser adquirido por los socios europeos en la OTAN. Trump también amenaza a Putin con nuevas sanciones económicas si en 50 días no demuestra que quiere poner fin a la guerra.